Nombre: Alison Torres Pulido
Curso: 3° A
Profesora: Jacqueline Peña
Liceo Tajamar de Providencia
Hace unos días, cuando me dirigía a casa después de una agotadora jornada escolar llena de fantasía y realismo, en algún vagón del metro de Santiago divisé una figura que de cierta forma me era familiar. Diligente y curiosa tarea para mi cerebro. Luego de unos segundos de arduo trabajo mental pude recopilar de mi almacén psíquico un poco de información referente a ese personaje y como gotas de agua que comienzan a caer cuando abres una llave, comenzaron a gotear inexorables recuerdos de aquella persona, era Laura, aquella detestable compañera de hace tres años, el típico ejemplar o estereotipo de alumno rechazado por su curso, nunca encajó con nadie, era terrible, estaba literalmente loca…
Bueno Einstein también fue tildado como loco, pero no podría poner a Laura, una simple y poco destacada estudiante, al nivel de locura de este destacado hombre, uno de los genios innovadores en materia científica más grandes de la historia. Pues bien, digamos que Einstein era un loco coherente y Laura incoherente. Garrafal error mío, la locura no tiene coherencia. Su acepción se basa actualmente como la privación del juicio o del uso de la razón. Y digo actualmente porque en la antigüedad se creía que la locura era consecuencia de situaciones sobrenaturales o maleficios con el diablo como antagonista. Luego, en la edad media se trató ya como una enfermedad desde un punto de vista fisiológico en donde, sin embargo, el encierro y la violencia era el mejor remedio de sanación. Ya en el renacimiento surgió como una nueva encarnación del mal, en donde se dio paso a la denominada “stultifera navis” (nave de los locos) que determinaba la existencia errante de los locos. Se usó para embarcar a estos seres que ponían en riesgo la seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, su utilidad no era sólo de barrendero humano sino de vía factible e idónea de purificación, sumado al hecho de que cada uno era entregado a la suerte de su propio destino, pues “cada viaje era, potencialmente el último”.
Bueno aún cuando la locura se define como la pérdida de cordura, los conocimientos e ideas de Einstein son los más racionales del mundo ¿cómo podría estar loco? Loca estaba la sociedad que lo profanaba de esa forma. Sí, la sociedad tiene la culpa, esa sociedad cambiante que establece arbitrariamente los parámetros de normalidad y locura. ¡Que denigrante calificación! Pero claro, como nos dice Friedrich Nietzsche “la demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla” lo que en su momento fue algo exótico con sabores a ilícito y hereje, hoy son la raíz de miles de descubrimientos que han ayudado a la subsistencia del hombre a lo largo de la historia y que son, también, parte de su cultura. Esto se ve claramente reflejado en lo que es el fenómeno del relativismo. Ejemplifiquémoslo: Una muchacha musulmana que desea ponerse unos jeans última moda que vio en la televisión y se lo manifiesta a su madre, podría ser ferozmente castigada por querer cometer aquel acto impúdico. O bien, una santiaguina que se va a misiones a Chiloé y como es verano usa una polera muy a la bohemia o muy descotada para ir a una misa, peca de blasfema en una cultura y religión que es la misma en toda su patria, pero que difieren en sus costumbres. Entonces se dará cuenta que la anticuada vestimenta de su vecina para ir a misa en verano, y de la cual se admiraba y mofaba, es una regla o norma en una parte de su país, ahora los papeles se invierten y la loca de la película no sería su vecina sino ella.
Supongo que siempre ha existido y existirá ese sentimiento de asombro de los más jóvenes hacia sus generaciones anteriores. ¿A cuántos no les ha pasado que viendo álbumes con fotos de nuestros padres de cuando eran jóvenes quedan horrorizados?. Decimos; ¡Por el amor de Dios, madre como te vestías así! ¡Yo no lo haría ni loca!. Pues bien en ese tiempo nuestros padres estaban en pleno uso de sus facultades mentales y lo hicieron, ¡era una regla para estar en boga!
“La codicia es saludable –dijo un financiero a un grupo estadounidense que iban a graduarse de la universidad-. Uno puede ser codicioso y, con todo, estar satisfecho de sí mismo”. Ya logro imaginarme en unos años más lo admirados que estarán de nosotros las futuras generaciones. ¿Irán a encontrar normal que nuestra vida gire y dependa de unos papeles de colores llamados dinero?. Bueno en el siglo XXI y en otros anteriores, el amor al dinero no es algo tan raro en una persona, al contrario es una regla de supervivencia. Lo normal es que los padres tengan un vasto horario de trabajo para poder obtener un sueldo que sustente de forma digna su hogar, cambiando momentos de convivencia familiar por dinero. El núcleo de nuestra sociedad es la familia y es increíble como la corrompen con trabajos productivos que por sacar adelante la economía del país arrasan con cientos de hogares, ya que debilitan la comunicación entre padres e hijos ¡Es que prácticamente a los niños los cría la nana televisor o la nana computadora!. ¿Esto es lo normal? ¿Es normal que el dinero nos coarte nuestra libertad? ¿Que si no lo poseemos no podemos obtener lo que queremos y más aun lo que necesitamos como seres humanos? ¿Que si un niño con hambre pide una manzana no se la den porque no tiene dinero para pagarla? ¿Y cuanto nos cobra la naturaleza por darnos cientos de miles de ese fruto? ¿Es normal venderlo si la naturaleza nos lo regala? ¿Es normal que hayan personas que se prostituyan por obtener un poco de él? ¿Es normal que roben y que si tengo que joder a mi hermano por obtener dinero lo haga? ¿Es normal que se maten unos a otros por no devolverse cuantiosas sumas de dinero?. Como producto de que en unos años mas tendré que insertarme como un factor productivo en el sistema que tanto critico, supongo que lo normal es que comience a encariñarme con el color verde para poder comer, vestirme; para poder vivir.
Actualmente la concepción de loco se caracteriza por síntomas de diversos estados, en cada caso el afectado muestra una conducta distinta, que sobresale de la normal o común de todo el mundo, por lo que quedan desplazados de su entorno social, pierden el control demostrando sus sentimientos con un exceso de espontaneidad, su conducta es desplazada de todo método racional por lo que también se pierde la cuenta de los actos absurdos e inútiles o completamente instintivos propios de la persona. Se ve perturbada la percepción y la realidad por lo que la diferencia entre real e irreal desaparece. Notables características de personas con trastornos psicológicos, una persona cuya locura es producto de anormalidades en su fisiología, pero también se repite en una persona “normal” que está enamorada, en una persona “normal” con un cuestionamiento gradual de su existencia, en un pintor “normal” cuando su representación o visión artística de la belleza tiene una forma simbólica compuesta sólo por manchas y líneas. ¡Hasta en nosotros mismos! En estado “natural” queriendo ser aceptados. Cuando vivimos rodeados de gente con un estilo de vida determinado y comportamiento determinado, hacemos hasta lo imposible por adaptarnos, ser aceptados, ser como todos, “ser normal” y ya cuando conseguimos lo que queremos llega el momento en que nos cansamos de ser como todos y lo único que queremos es destacarnos por sobre la masa, ser diferentes, destacarnos por “no” ser igual a los demás. Es lo que nos pasa hoy en día con las tribus urbanas, en una sociedad en donde abunda la diversidad y el individualismo, los jóvenes sienten el deseo y la necesidad de volver a estar en una común unión, lo simplemente llamamos “comunidad”, en donde todos reman en la misma dirección, puesto que sus intereses y objetivos son generalmente los mismos. Bueno y es aquí donde volvemos al círculo vicioso que envuelve al “ser normal”, puesto que luego de estar en una tribu, ser diferentes del resto de las personas, se cansan de eso y de las consecuencias que trae el querer marcar la diferencia, como el hecho de que los discriminen, los aíslen, los consideren un peligro, en resumen, todos los síntomas que caracterizan a un “loco” y que anteriormente mencioné, y ya no desean ser parte de sus tribus, sólo desean ser como todos, ser “normales”
Este círculo vicioso es simplemente el producto de que siempre estamos a la defensiva, si somos morenas nos gustaría ser rubias, si somos rubias nos gustaría ser morenas, siempre queremos ser más o menos, si somos pobres nos gustaría ser ricos y si somos ricos nos gustaría ser pobres y felices, siempre buscamos lo contrario de lo que somos o tenemos. Esto es lo que ha llevado a muchos a ser súper héroes o súper villanos. Entonces buscar ser diferentes y mantenerse en eso, sería lo normal. Difícil misión para el hombre, muy complejo y me arriesgaría a decir muy irrealizable. Porque bueno, mientras que queremos estar en la cima, toda nuestra felicidad se pasa mientras la escalamos.
¡Y para que decir el loco de los locos!, aquel que creó el universo y todo lo que él contiene. Siempre nos hemos considerado o nos han educado con la concepción de que básicamente no somos nada en el espacio, debido a que lo encontramos enormemente grande, y prácticamente no conocemos nada de él. Ese Dios o esencia o como quieran llamarle, sí que presenta una locura múltiple, inexplicable por el ser humano, pero aun así comprendido por unos pocos, ya que como nos recuerda el principito “lo esencial es invisible a los ojos”. Esos pocos podrían ser algunos de tantos que siguieron aquel revolucionario del mundo el llamado “Nuevo Adán” “Mesías” “Nazareno”, “Jesucristo” o que actualmente lo siguen, o también muchas personas que si bien no conocen mucho o su conocimiento holístico del mensaje de Jesús de Nazaret es ciertamente erróneo pero que si canalizan, sin darse cuenta, sus virtudes, dones, esencias, sabiduría del mundo, etc. hacia el mismo punto que lo hizo Jesús, Dios.
Siempre he escuchado que lo que caracteriza a un verdadero cristiano es ser “loco y alegre”, entonces si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, ya podríamos imaginarnos de forma más tangible las severas anomalías que presenta Dios dentro de su locura. Él está en mí y yo en él, él es un loco, ¿Yo también?... Evoquemos hacia los padres de la iglesia, murieron mártires, pero felices, mientras los leones los devoraban ellos cantaban alegremente. Eran entonces, verdaderos cristianos. “Santa locura”
En el desarrollo cronológico y sistemático del tiempo, se han presentado la locura en personas, personajes en la literatura, películas, obras de teatro, etc. Y es entonces donde concluimos que “La verdadera locura quizás no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca” según nos dice Heinrich Heine . Ahora bien, recuerdo que hace algunos meses, de acuerdo a los contenidos que nos corresponden en 3° medio, nos dieron a leer el famoso de los famosos libros: “Don Quijote de la Macha”. Según estuve leyendo, este libro ha tenido muchas y muy diversas interpretaciones desde todo ámbito, pero hay una interpretación de la cual me arraigo y es el hecho de que Sancho Panza y Don Quijote constituyen una sola persona; Sancho el apego a los valores y don Quijote la entrega a un ideal. Patologías en todo ser humano pero con intensidades diferentes. Subliminal experiencia a través de la lectura de conocernos a nosotros mismos, esto puede explicar la fama de ese extravagante ejemplar ya que cada creación del ser humano lleva impresa la personalidad de su escultor.
El tiempo y la sociedad evolucionan tan rápido que ya decir que alguien es “cuerdo” o “normal” resulta difícil puesto que contemporáneamente todos nos llamamos locos unos a otros dándole diversas connotaciones. Por ejemplo:
“Eres un loco si piensas que así vas a conseguirlo” (por actuar de forma insensata e imprudente)
“Estoy loca por irme de vacaciones” (porque siente un gran deseo e interés)
“El reloj se ha vuelto loco” (porque no funciona adecuadamente)
“Las cosas que se hacen a lo loco suelen salir mal” (por actuar sin reflexionar)
“Claro que nos vio en el cine, pero se hizo el loco” (por fingir no ver o no darse cuenta de algo)
“¿Pero no te das cuenta que está loco por ti?” (por estar enamorado)
Pasada algunas estaciones de metro pensé en volver a hablarle a Laura, saludarla, conversar, reivindicarla de su mal vivir de hace tres años, y porqué no arrepentirme de llamarla loca, pero como dicen por ahí “prefiero una locura que me entusiasme a una verdad que me abata”
¿Por qué será nos gusta tanto tratar de locos a los demás siendo que si en abriéramos bien nuestros ojos y miráramos, veríamos nuestro reflejo en todo aquellos que rechazamos?
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