Soy adolescente ¿y qué?
Alumna: Constanza Blanco
Curso: IV Medio
Profesora: Jaqueline Peña
Liceo Tajamar de Providencia
Lo primero que se me viene a la cabeza, al pensar en los jóvenes de hoy día, es aquella famosa frase de Rubén Darío; “Juventud divino tesoro”.¿Cómo habrán sido los adolescentes del siglo antepasado para inspirar aquel divino sentimiento?
Sea como sea, de un tiempo a esta parte, seguramente más de algo ha cambiado en las nuevas generaciones, y de todas las virtudes que pudiesen inspirar actualmente, la divinidad y la admiración son las últimas que se me ocurrirían.Juventud, divino tesoro, solo puede sonarme a un chiste cruel y negro, cargado de una evidente ironía; por que nuestra juventud actual, de tesoro sólo tiene lo perdido, y de divino, nada.
Es casi una broma de mal gusto y apuesto a que Rubén Darío se revolcaría en su tumba al ver como han cambiado los tiempos.La única sensación que a me provoca esta nueva generación, aquella que viene de recambio y a jugar con “orgullo” su rol de “el futuro de Chile”, es la de un producto fallado de fábrica, sin manual de instrucciones, con una dudosa garantía y sin derecho a devoluciones; de la cual, gran parte de los presentes, somos por desgracia o buenaventura, representantes.Tratar de encontrar un sólo tema relevante se me hizo una tarea titánica, por que prácticamente todo lo que nos rodea como grupo etáreo, es debatible y polémico: que la inconciencia, el descuido personal, la facilidad de ser influenciados por modas, la falta de identidad, la promiscuidad, la drogadicción, la violencia reprimida, el carrete desmedido, la autodestrucción, la despreocupación por el futuro, la falta casi total de valores tales como el amor , el respeto, la tolerancia, la familia, la distorsionada visión de la vida misma y mejor paro de contar para no deprimirme.Todo esto me hizo llegar a la conclusión que existe un concepto que engloba lo anterior, y que si fuera médico y tuviera que diagnosticar a esta juventud enferma, sería algo como ausencia parcial o total de compromiso con los demás y lo que es peor, consigo misma.Para escribir esto, he tratado de abstraerme de este grupo en cuestión al que pertenezco, y mirar desde otro ángulo a mis pares, pues más allá de lo buena o mala que sea esta generación, la principal etiqueta que le da la sociedad es la de cero compromiso, y para ella , todos los que no pertenecemos a “la última generación cuerda” somos fieles representantes de frases célebres que sí son identificativas, tales como; “ no estoy ni ahí”, “ cero aporte” y “ ni un brillo”. Que no pueden estar más distantes de ser un tesoro digno de canonizar.Admito de antemano que tal vez a alguien le pueda sonar que soy prejuiciosa o que generalizo, o que tal vez exagero al referirme a mi propia generación, pero por muchas críticas que yo haga, con o sin fundamentos, de estos especímenes pegados en la eterna edad del pavo, no puedo renegar de ella y al ser esto lo que pienso, no puedo responder de otra forma que no sea “no estoy ni ahí, si te gusta bien y si no, bien también”.Al fin y al cabo, me guste o no, soy adolescente igual.
Lo primero que hay que hacer para analizar este producto fallado de fábrica, es una radiografía de todos sus componentes, partiendo por lo más importante: el joven mismo o todos aquellos que “adolecemos” de tanta cosa se supone nos hace dignos de la clasificación de “adulto”, partiendo obviamente por la madurez que nos hace “merecedores” de dicho título, (la cual es bastante subjetiva).Pero los jóvenes de hoy, lo que menos quieren hacer es madurar.
“Los cortaron verdes y punto”. Se acabo el asunto, y Carpe diem, a vivir el momento.Comencemos de la primicia, de que esta generación en cuestión, esta constituida por jóvenes entre los 12 y 20 años, considerando que a los 18 años es bastante relativa la madurez de un individuo, y si razonablemente podemos llamarlo adulto. Teniendo en cuenta que por ley, en este país, a los 14 años, yo ya soy conciente del bien y del mal, o sea puedo discernir y ser capaz de obrar libremente, y puedo decidir “concientemente” si quiero matar a alguien, pero paradójicamente aun no soy lo suficientemente apto, como para por ejemplo, decidir con plenitud sobre mi vida sexual. Raro, por no decir ilógico.En este periodo de la vida, el ser humano aun esta estructurando su identidad, en todos sus ámbitos, y formando su criterio propio. OK. Admitámoslo. Esta generación, tiene un poco, solo un poquito, desfigurados aquellos conceptos, por no decir que, radicalmente nunca les quedó claro si la identidad es o no comestible, o si el criterio es una banda de música japonesa.El cuento es, que por muy terrible que suene, no por nada es así. Solamente somos el fiel reflejo y copia feliz, de una sociedad aún más enferma, que nos ha engendrado, en donde cada vez la gente vive en peores condiciones, y nos estamos condenando en un sistema maquinal y poco humano, donde el materialismo y la superficialidad es el pan de cada día.No habría por que entonces extrañarse tanto, de las conductas que tienen los jóvenes de hoy.
Pero de todas formas, ¿Cómo llegamos a esto? ¿Es evitable? ¿Cómo hacer para conseguir una juventud indiferente en 5 pasos?
Pongan atención, que la elaboración de este polémico plato, tiene una receta de muchos y muy variados ingredientes.
Primer paso: Tomemos un niño cualquiera y lo dejamos remojar unos cuantos años en el seno de una familia estándar chilena, o sea, padres que trabajan siempre y pocos momentos para compartir, o en su defecto, una familia “parchada” de padres separados y nuevos hermanos. Cualquiera sea el caso, el joven debe pasar bastante tiempo tratando de encontrar la estabilidad o el equilibrio en otros elementos ajenos a su hogar.
Segundo Paso: Agreguemos en una olla la falta de comunicación, típica entre los padres e hijos hoy día, y lo difícil que es para estos progenitores, acceder a sus hijos, tarea a la cual desisten luego de incontables intentos, ya sea por aburrimiento o falta de tiempo.
A esto le agregamos poca o nula resistencia a la frustración, cosa de que cualquier meta se me haga imposible, por mínima que sea, si al primer intento no me resulta.
Sumémosle el sentimiento de abandono y la falta de afecto que muchos jóvenes comparten como resultado de la falta de comunicación sean con justa razón o sólo la sensación de abandono o incomprensión.
Tercer Paso: Mezclémoslo con algunos estímulos para condimentar, un poquito de rebeldía, otro poquito de responsabilidad, falta de capacidad de proyección, y unos cuantos litros de influenciabilidad. Este ingrediente es fundamental, porque es la base del sabor de la receta. Y como consecuencia de él encontramos, por ejemplo, frases como: “¿Para que voy a estudiar? Total el mundo se va a acabar el 2012 según Facebook”. O se explican los variados e “increíblemente originales” envoltorios que recubren a los jóvenes, ya que cualquier moda que implique masas y venga de otra parte del mundo, los representa, aunque la niñita no tenga idea por qué le robó los manteles a su vieja para hacerse una falda, o por qué el hijo se compra más maquillaje que su abuela y se pinta como puerta, o qué significa el último tatuaje que te hiciste en ese idioma tan bonito, que no recuerdas ni cómo se llama, pero suena lindo, o por qué te pasas horas frente al espejo maquillándote y alisándote el pelo para ir a comprar pan a la esquina. Como dato útil, son las modas el refugio de los jóvenes a la hora de buscar su “propia y única identidad”, cuando se sienten listos para salir a pedirle atención a gritos al mundo.
Cuarto Paso: Agreguemos unas miles de horas frente a la “Caja Tonta” viendo monos chinos azotarse contra paredes, otras cientas de horas de Internet y de la máxima expresión de ocio posible, dícese Fotolog, Egolog, Lulilog y lalalog, etc., y una alta dosis de música tribal de apareamiento canino denominado “Raegueton” o “Re-jetón” o como se llame.
Quinto Paso y Final: Meterlo al horno en temperatura ambiente, con otros de sus semejantes que hayan sido preparados de igual forma, agregarles un poco de su música, otro poco de ponceo, y esperar a que empiecen a reproducirse en masa. Con eso ya tenemos lista la promiscuidad y la falta de conciencia sexual que les caracteriza, y no porque sea malo que tengan esa capacidad de expresar “tan libremente lo que sienten”, de hecho, es una de las pocas cosas buenas que rescato de esta generación perdida, si no que lo hacen para llamar la atención porque en sus casas no los escuchan, y caen en la irresponsabilidad de correr riesgos ellos mismos y más encima comprometen a otros. A modo de advertencia, Por nada del mundo se le ocurra echar a la receta ningún tipo de valor o virtud, como el respeto por los otros, el amor propio, nada de autoestima, menos dedicación o empatía, ni hablar de fe o amor, pero por sobre todas las cosas, nada que tenga que ver con el futuro o sus derivados. El joven se pone amargo cuando se le habla de futuro y todo el trabajo de preparación se pierde, porque la vida es “a lo que venga” y hay que vivirla sin medir consecuencias ni nada. Tampoco hay que poner nada sobre la muerte o las religiones, porque a parte que no saben tampoco les interesa ya que mientras existan los computadores y se pueda carretear, todo bien, además no tienen ningún sentido perder tiempo de vida útil, en el que podría estar alisándome el
pelo, mandando cadenas o ponceando, en pensar y reflexionar sobre cosas tan triviales como si existe o no un Dios (aparte de Dadi Yanki) o tomarle el peso real a dejar de existir, indistinto si me voy al nirvana, al infierno o al Valhalla.
A continuación hay que poner al joven a reposar ante una sociedad aún más distorsionada, individualista y poco espiritual, en donde casi no hay oportunidades y a nadie le importa lo que le pasa al de al lado, responsable de esta generación caótica y errática, y sentarse a esperar a que algo cuaje en su interior y reaccione para cambiar el curso decadente de las cosas, si es que, algún día lo hace. Y listo. Ahí tenemos nuestro joven típico chileno, estadísticamente indiferente del mundo que lo rodea, ignorante y solo ante una realidad desoladora, y lo que es peor aún, sin ningún ánimo de cambiar ni siquiera por su propio beneficio. [Como lo he planteado, suena bastante trágico y crudo, mas sin embargo, realista y por que no decirlo, generalizado, ya que está visión totalmente personal de la juventud de hoy es lo concluido luego de estudiar a una masa. Por ello, me atrevería a decir que la gran mayoría de los adolescentes de hoy en día, concuerdan perfectamente con esta descripción o por lo menos en más de algún aspecto.¿Es que acaso no hay nada en esta generación que sea digno de destacar o algo bueno que extraer de ella para enseñarle algo a la sociedad? Yo creo que no. Si creo, que posee un sinfín de herramientas como para producir un verdadero cambio, que generaciones anteriores no pudieron experimentar, como la libertad de expresión o la tecnología misma, pero que sin embargo, prefieren ocuparlas de maneras tan erráticas como caerse ebrios a las tres de la tarde un viernes cualquiera en Providencia, o usar las redes de comunicación mundial, para subir el último video que grabaron de la competencia de vómitos y “apagás de tele” del carrete de ayer. Con esto no estoy diciendo, que el rescate de esas herramientas positivas que poseen significa deban confabularse y crear una organización política para dominar a la humanidad, si no que simplemente, deberían aprender a hacer un mejor uso de los beneficios de vivir en este siglo de manera inteligente.
De verdad creo, que sería muy interesante tomar a cualquier joven de hoy y ponerlo a prueba, por ejemplo, en la realidad de un gobierno militar dictatorial, teniendo que soportar el toque de queda y siendo realmente discriminado por pensar diferente.
Con esto intento decir, que la juventud de hoy, no es conciente tampoco, de que vive en una época en la que tiene el espacio, por lo menos para expresarse, y lo ven como algo totalmente normal, pasando por alto aquel detalle y no haciendo uso del factor de la libertad, que incluso hoy en algunas sociedades es un privilegio.Sin embargo, no puedo hacer vista gorda a aquellos que se escapan de esta masa, aquellos que pensamos diferente y que intentamos camuflarnos y pasar desapercibidos de este revuelo, y al mismo tiempo, debemos intentar no caer en él. Si, Aunque Uds. No lo crean, quedan aún de esos, todavía existen adolescentes que son capaces de ser concientes de sí mismos, que no tienen necesidad de cortarse o borrarse carreteando y que por lo menos, sienten curiosidad por el futuro y algo de importancia le dan. No, no son una leyenda urbana o un mito, pero para que estamos con
cosas, falta bastante poco para que esta clase de jóvenes se transformen en un buen cuento para entretener a los nietos.“Mijita, cuando yo era joven, era responsable, tenía más que claro que algún día iba a tener que enfrentarme a la realidad, y que iba a ir adquiriendo más y más cargas con el tiempo, sabía además que esa misma sociedad que me obligaba a romper sus normas, era la misma a la que después tendría que insertarme sí o sí. Me preocupaba el futuro y hacía algo por él, sin dejar de vivir el presente. Si mijita, es posible hacer eso, es cierto que todo se puede acabar mañana, pero eso no implica que yo no tenga metas y objetivos en la vida. Ser joven significa mucho más que pensar en que me voy a poner, que a donde es el carrete en la noche o como hago para superar mi propio record de ponceo, y no quiere decir tampoco que hay que enclaustrarse estudiando, que no haya que divertirse y carretear o que hay que vestirse como la sociedad lo impone, simplemente es encontrar el equilibrio, no descuidarse, no destruirse, volvernos concientes y ocuparnos de las cosas que nos interesan, evitando los excesos y riéndonos del mundo, sin que éste nos destruya. Sólo siendo conciente de lo que hacemos, evitamos el peor de los sentimientos, el arrepentimiento. Yo también fui joven alguna vez.”Posiblemente la respuesta de esa nieta distraída ante eso sea una mirada incrédula como queriendo decir que no es posible aquello mientras termina de ponerse sus extensiones o algo así y se prepara para vivir su día una vez más. Posiblemente ni siquiera se ha imaginado vieja ella también. Por que ese es uno de los problemas más recurrentes de la juventud hoy, la evasión, escapar como sea de los problemas, o de cualquier cosa que nos afecte, por grave o mínimo que sea, y la salida fácil se traduce en ir a volarse a la Costanera con un aerosol barato, en borrarse todos los días alcoholizado por que le va mal en el colegio y no es capaz de arreglarlo, en cortarse y tragarse un botiquín por que la vida es demasiado compleja y no hay oportunidades, por que mi peinado es más feo que el tuyo o por que mi pololo me engañó con mi mejor amigo. Pueden ser calamidades o problemas ínfimos, pero, nada justifica el escapar de esa manera, y ese es el punto.
Esa forma de actuar, me parece patética y cobarde, para andar dando pena por la vida, mejor matarse. Es justamente el pesimismo, la inconciencia y la falta de compromiso el sello distintivo de esta generación.
Si las cosas fueran fáciles, no tendrían ni una gracia, si no nos cayéramos nunca, no sabríamos apreciar lo que es estar de pie, si pensamos que perdimos antes de empezar a jugar, entonces mejor ni intentarlo, si nos quedamos estancados e inmóviles ante la vida, nunca sabremos lo que es realmente vivir, si no apreciamos la belleza de lo simple y aprendemos a enfrentarnos y a cambiar el curso de las cosas, a sobreponernos a nuestros conflictos, por mínimos o terribles que sean, entonces es mejor comenzar a pensar como lo hacen los jóvenes hoy, y actuar indiferentes y como zombies por el camino. Sólo queda esperar que algo despierte a esta generación perdida y que produzca un giro filosófico en sus vidas, y que los pocos, que no nos sentimos identificados y menos orgullosos, de esta manga de pokemongólicos, pelotulais y cuanta hierba rara más, no nos caigamos también en el mismo hoyo
del conformismo e indiferencia ante lo que nos rodea. Y por último, si esta generación “fallada de fábrica” efectivamente ya no tiene arreglo ni derecho a reclamos, creo que aún está a tiempo de esforzarse para no repetir los mismos errores de su propia, intrincada y compleja elaboración a la hora de escribir una nueva receta.
Curso: IV Medio
Profesora: Jaqueline Peña
Liceo Tajamar de Providencia
Lo primero que se me viene a la cabeza, al pensar en los jóvenes de hoy día, es aquella famosa frase de Rubén Darío; “Juventud divino tesoro”.¿Cómo habrán sido los adolescentes del siglo antepasado para inspirar aquel divino sentimiento?
Sea como sea, de un tiempo a esta parte, seguramente más de algo ha cambiado en las nuevas generaciones, y de todas las virtudes que pudiesen inspirar actualmente, la divinidad y la admiración son las últimas que se me ocurrirían.Juventud, divino tesoro, solo puede sonarme a un chiste cruel y negro, cargado de una evidente ironía; por que nuestra juventud actual, de tesoro sólo tiene lo perdido, y de divino, nada.
Es casi una broma de mal gusto y apuesto a que Rubén Darío se revolcaría en su tumba al ver como han cambiado los tiempos.La única sensación que a me provoca esta nueva generación, aquella que viene de recambio y a jugar con “orgullo” su rol de “el futuro de Chile”, es la de un producto fallado de fábrica, sin manual de instrucciones, con una dudosa garantía y sin derecho a devoluciones; de la cual, gran parte de los presentes, somos por desgracia o buenaventura, representantes.Tratar de encontrar un sólo tema relevante se me hizo una tarea titánica, por que prácticamente todo lo que nos rodea como grupo etáreo, es debatible y polémico: que la inconciencia, el descuido personal, la facilidad de ser influenciados por modas, la falta de identidad, la promiscuidad, la drogadicción, la violencia reprimida, el carrete desmedido, la autodestrucción, la despreocupación por el futuro, la falta casi total de valores tales como el amor , el respeto, la tolerancia, la familia, la distorsionada visión de la vida misma y mejor paro de contar para no deprimirme.Todo esto me hizo llegar a la conclusión que existe un concepto que engloba lo anterior, y que si fuera médico y tuviera que diagnosticar a esta juventud enferma, sería algo como ausencia parcial o total de compromiso con los demás y lo que es peor, consigo misma.Para escribir esto, he tratado de abstraerme de este grupo en cuestión al que pertenezco, y mirar desde otro ángulo a mis pares, pues más allá de lo buena o mala que sea esta generación, la principal etiqueta que le da la sociedad es la de cero compromiso, y para ella , todos los que no pertenecemos a “la última generación cuerda” somos fieles representantes de frases célebres que sí son identificativas, tales como; “ no estoy ni ahí”, “ cero aporte” y “ ni un brillo”. Que no pueden estar más distantes de ser un tesoro digno de canonizar.Admito de antemano que tal vez a alguien le pueda sonar que soy prejuiciosa o que generalizo, o que tal vez exagero al referirme a mi propia generación, pero por muchas críticas que yo haga, con o sin fundamentos, de estos especímenes pegados en la eterna edad del pavo, no puedo renegar de ella y al ser esto lo que pienso, no puedo responder de otra forma que no sea “no estoy ni ahí, si te gusta bien y si no, bien también”.Al fin y al cabo, me guste o no, soy adolescente igual.
Lo primero que hay que hacer para analizar este producto fallado de fábrica, es una radiografía de todos sus componentes, partiendo por lo más importante: el joven mismo o todos aquellos que “adolecemos” de tanta cosa se supone nos hace dignos de la clasificación de “adulto”, partiendo obviamente por la madurez que nos hace “merecedores” de dicho título, (la cual es bastante subjetiva).Pero los jóvenes de hoy, lo que menos quieren hacer es madurar.
“Los cortaron verdes y punto”. Se acabo el asunto, y Carpe diem, a vivir el momento.Comencemos de la primicia, de que esta generación en cuestión, esta constituida por jóvenes entre los 12 y 20 años, considerando que a los 18 años es bastante relativa la madurez de un individuo, y si razonablemente podemos llamarlo adulto. Teniendo en cuenta que por ley, en este país, a los 14 años, yo ya soy conciente del bien y del mal, o sea puedo discernir y ser capaz de obrar libremente, y puedo decidir “concientemente” si quiero matar a alguien, pero paradójicamente aun no soy lo suficientemente apto, como para por ejemplo, decidir con plenitud sobre mi vida sexual. Raro, por no decir ilógico.En este periodo de la vida, el ser humano aun esta estructurando su identidad, en todos sus ámbitos, y formando su criterio propio. OK. Admitámoslo. Esta generación, tiene un poco, solo un poquito, desfigurados aquellos conceptos, por no decir que, radicalmente nunca les quedó claro si la identidad es o no comestible, o si el criterio es una banda de música japonesa.El cuento es, que por muy terrible que suene, no por nada es así. Solamente somos el fiel reflejo y copia feliz, de una sociedad aún más enferma, que nos ha engendrado, en donde cada vez la gente vive en peores condiciones, y nos estamos condenando en un sistema maquinal y poco humano, donde el materialismo y la superficialidad es el pan de cada día.No habría por que entonces extrañarse tanto, de las conductas que tienen los jóvenes de hoy.
Pero de todas formas, ¿Cómo llegamos a esto? ¿Es evitable? ¿Cómo hacer para conseguir una juventud indiferente en 5 pasos?
Pongan atención, que la elaboración de este polémico plato, tiene una receta de muchos y muy variados ingredientes.
Primer paso: Tomemos un niño cualquiera y lo dejamos remojar unos cuantos años en el seno de una familia estándar chilena, o sea, padres que trabajan siempre y pocos momentos para compartir, o en su defecto, una familia “parchada” de padres separados y nuevos hermanos. Cualquiera sea el caso, el joven debe pasar bastante tiempo tratando de encontrar la estabilidad o el equilibrio en otros elementos ajenos a su hogar.
Segundo Paso: Agreguemos en una olla la falta de comunicación, típica entre los padres e hijos hoy día, y lo difícil que es para estos progenitores, acceder a sus hijos, tarea a la cual desisten luego de incontables intentos, ya sea por aburrimiento o falta de tiempo.
A esto le agregamos poca o nula resistencia a la frustración, cosa de que cualquier meta se me haga imposible, por mínima que sea, si al primer intento no me resulta.
Sumémosle el sentimiento de abandono y la falta de afecto que muchos jóvenes comparten como resultado de la falta de comunicación sean con justa razón o sólo la sensación de abandono o incomprensión.
Tercer Paso: Mezclémoslo con algunos estímulos para condimentar, un poquito de rebeldía, otro poquito de responsabilidad, falta de capacidad de proyección, y unos cuantos litros de influenciabilidad. Este ingrediente es fundamental, porque es la base del sabor de la receta. Y como consecuencia de él encontramos, por ejemplo, frases como: “¿Para que voy a estudiar? Total el mundo se va a acabar el 2012 según Facebook”. O se explican los variados e “increíblemente originales” envoltorios que recubren a los jóvenes, ya que cualquier moda que implique masas y venga de otra parte del mundo, los representa, aunque la niñita no tenga idea por qué le robó los manteles a su vieja para hacerse una falda, o por qué el hijo se compra más maquillaje que su abuela y se pinta como puerta, o qué significa el último tatuaje que te hiciste en ese idioma tan bonito, que no recuerdas ni cómo se llama, pero suena lindo, o por qué te pasas horas frente al espejo maquillándote y alisándote el pelo para ir a comprar pan a la esquina. Como dato útil, son las modas el refugio de los jóvenes a la hora de buscar su “propia y única identidad”, cuando se sienten listos para salir a pedirle atención a gritos al mundo.
Cuarto Paso: Agreguemos unas miles de horas frente a la “Caja Tonta” viendo monos chinos azotarse contra paredes, otras cientas de horas de Internet y de la máxima expresión de ocio posible, dícese Fotolog, Egolog, Lulilog y lalalog, etc., y una alta dosis de música tribal de apareamiento canino denominado “Raegueton” o “Re-jetón” o como se llame.
Quinto Paso y Final: Meterlo al horno en temperatura ambiente, con otros de sus semejantes que hayan sido preparados de igual forma, agregarles un poco de su música, otro poco de ponceo, y esperar a que empiecen a reproducirse en masa. Con eso ya tenemos lista la promiscuidad y la falta de conciencia sexual que les caracteriza, y no porque sea malo que tengan esa capacidad de expresar “tan libremente lo que sienten”, de hecho, es una de las pocas cosas buenas que rescato de esta generación perdida, si no que lo hacen para llamar la atención porque en sus casas no los escuchan, y caen en la irresponsabilidad de correr riesgos ellos mismos y más encima comprometen a otros. A modo de advertencia, Por nada del mundo se le ocurra echar a la receta ningún tipo de valor o virtud, como el respeto por los otros, el amor propio, nada de autoestima, menos dedicación o empatía, ni hablar de fe o amor, pero por sobre todas las cosas, nada que tenga que ver con el futuro o sus derivados. El joven se pone amargo cuando se le habla de futuro y todo el trabajo de preparación se pierde, porque la vida es “a lo que venga” y hay que vivirla sin medir consecuencias ni nada. Tampoco hay que poner nada sobre la muerte o las religiones, porque a parte que no saben tampoco les interesa ya que mientras existan los computadores y se pueda carretear, todo bien, además no tienen ningún sentido perder tiempo de vida útil, en el que podría estar alisándome el
pelo, mandando cadenas o ponceando, en pensar y reflexionar sobre cosas tan triviales como si existe o no un Dios (aparte de Dadi Yanki) o tomarle el peso real a dejar de existir, indistinto si me voy al nirvana, al infierno o al Valhalla.
A continuación hay que poner al joven a reposar ante una sociedad aún más distorsionada, individualista y poco espiritual, en donde casi no hay oportunidades y a nadie le importa lo que le pasa al de al lado, responsable de esta generación caótica y errática, y sentarse a esperar a que algo cuaje en su interior y reaccione para cambiar el curso decadente de las cosas, si es que, algún día lo hace. Y listo. Ahí tenemos nuestro joven típico chileno, estadísticamente indiferente del mundo que lo rodea, ignorante y solo ante una realidad desoladora, y lo que es peor aún, sin ningún ánimo de cambiar ni siquiera por su propio beneficio. [Como lo he planteado, suena bastante trágico y crudo, mas sin embargo, realista y por que no decirlo, generalizado, ya que está visión totalmente personal de la juventud de hoy es lo concluido luego de estudiar a una masa. Por ello, me atrevería a decir que la gran mayoría de los adolescentes de hoy en día, concuerdan perfectamente con esta descripción o por lo menos en más de algún aspecto.¿Es que acaso no hay nada en esta generación que sea digno de destacar o algo bueno que extraer de ella para enseñarle algo a la sociedad? Yo creo que no. Si creo, que posee un sinfín de herramientas como para producir un verdadero cambio, que generaciones anteriores no pudieron experimentar, como la libertad de expresión o la tecnología misma, pero que sin embargo, prefieren ocuparlas de maneras tan erráticas como caerse ebrios a las tres de la tarde un viernes cualquiera en Providencia, o usar las redes de comunicación mundial, para subir el último video que grabaron de la competencia de vómitos y “apagás de tele” del carrete de ayer. Con esto no estoy diciendo, que el rescate de esas herramientas positivas que poseen significa deban confabularse y crear una organización política para dominar a la humanidad, si no que simplemente, deberían aprender a hacer un mejor uso de los beneficios de vivir en este siglo de manera inteligente.
De verdad creo, que sería muy interesante tomar a cualquier joven de hoy y ponerlo a prueba, por ejemplo, en la realidad de un gobierno militar dictatorial, teniendo que soportar el toque de queda y siendo realmente discriminado por pensar diferente.
Con esto intento decir, que la juventud de hoy, no es conciente tampoco, de que vive en una época en la que tiene el espacio, por lo menos para expresarse, y lo ven como algo totalmente normal, pasando por alto aquel detalle y no haciendo uso del factor de la libertad, que incluso hoy en algunas sociedades es un privilegio.Sin embargo, no puedo hacer vista gorda a aquellos que se escapan de esta masa, aquellos que pensamos diferente y que intentamos camuflarnos y pasar desapercibidos de este revuelo, y al mismo tiempo, debemos intentar no caer en él. Si, Aunque Uds. No lo crean, quedan aún de esos, todavía existen adolescentes que son capaces de ser concientes de sí mismos, que no tienen necesidad de cortarse o borrarse carreteando y que por lo menos, sienten curiosidad por el futuro y algo de importancia le dan. No, no son una leyenda urbana o un mito, pero para que estamos con
cosas, falta bastante poco para que esta clase de jóvenes se transformen en un buen cuento para entretener a los nietos.“Mijita, cuando yo era joven, era responsable, tenía más que claro que algún día iba a tener que enfrentarme a la realidad, y que iba a ir adquiriendo más y más cargas con el tiempo, sabía además que esa misma sociedad que me obligaba a romper sus normas, era la misma a la que después tendría que insertarme sí o sí. Me preocupaba el futuro y hacía algo por él, sin dejar de vivir el presente. Si mijita, es posible hacer eso, es cierto que todo se puede acabar mañana, pero eso no implica que yo no tenga metas y objetivos en la vida. Ser joven significa mucho más que pensar en que me voy a poner, que a donde es el carrete en la noche o como hago para superar mi propio record de ponceo, y no quiere decir tampoco que hay que enclaustrarse estudiando, que no haya que divertirse y carretear o que hay que vestirse como la sociedad lo impone, simplemente es encontrar el equilibrio, no descuidarse, no destruirse, volvernos concientes y ocuparnos de las cosas que nos interesan, evitando los excesos y riéndonos del mundo, sin que éste nos destruya. Sólo siendo conciente de lo que hacemos, evitamos el peor de los sentimientos, el arrepentimiento. Yo también fui joven alguna vez.”Posiblemente la respuesta de esa nieta distraída ante eso sea una mirada incrédula como queriendo decir que no es posible aquello mientras termina de ponerse sus extensiones o algo así y se prepara para vivir su día una vez más. Posiblemente ni siquiera se ha imaginado vieja ella también. Por que ese es uno de los problemas más recurrentes de la juventud hoy, la evasión, escapar como sea de los problemas, o de cualquier cosa que nos afecte, por grave o mínimo que sea, y la salida fácil se traduce en ir a volarse a la Costanera con un aerosol barato, en borrarse todos los días alcoholizado por que le va mal en el colegio y no es capaz de arreglarlo, en cortarse y tragarse un botiquín por que la vida es demasiado compleja y no hay oportunidades, por que mi peinado es más feo que el tuyo o por que mi pololo me engañó con mi mejor amigo. Pueden ser calamidades o problemas ínfimos, pero, nada justifica el escapar de esa manera, y ese es el punto.
Esa forma de actuar, me parece patética y cobarde, para andar dando pena por la vida, mejor matarse. Es justamente el pesimismo, la inconciencia y la falta de compromiso el sello distintivo de esta generación.
Si las cosas fueran fáciles, no tendrían ni una gracia, si no nos cayéramos nunca, no sabríamos apreciar lo que es estar de pie, si pensamos que perdimos antes de empezar a jugar, entonces mejor ni intentarlo, si nos quedamos estancados e inmóviles ante la vida, nunca sabremos lo que es realmente vivir, si no apreciamos la belleza de lo simple y aprendemos a enfrentarnos y a cambiar el curso de las cosas, a sobreponernos a nuestros conflictos, por mínimos o terribles que sean, entonces es mejor comenzar a pensar como lo hacen los jóvenes hoy, y actuar indiferentes y como zombies por el camino. Sólo queda esperar que algo despierte a esta generación perdida y que produzca un giro filosófico en sus vidas, y que los pocos, que no nos sentimos identificados y menos orgullosos, de esta manga de pokemongólicos, pelotulais y cuanta hierba rara más, no nos caigamos también en el mismo hoyo
del conformismo e indiferencia ante lo que nos rodea. Y por último, si esta generación “fallada de fábrica” efectivamente ya no tiene arreglo ni derecho a reclamos, creo que aún está a tiempo de esforzarse para no repetir los mismos errores de su propia, intrincada y compleja elaboración a la hora de escribir una nueva receta.
Reflexiones desde el manicomio
Alumna: Fernanda González
Curso: III Medio
Profesor: Mauricio Serrano Gajardo
Colegio Estela Segura
Pareciera ser que por una predisposición natural o por una necesidad tendemos a vivir en comunidad. Cuando digo predisposición natural me refiero a que somos inherentemente gregarios y cuando digo por necesidad me refiero a que los individuos se agrupan para resolver en conjunto aquello que individualmente no pueden lograr. Sea por una causa o por otra la sociedad, tendría en un caso, como de suyo el logro del bienestar y la felicidad a condición del supuesto gregarismo humano. Por otro lado, si la sociedad se gesta de la necesidad de protección, debería explícitamente, como un imperativo de existencia, tender al bienestar y la felicidad. Sin embargo, ese propósito implícita o explícitamente, podemos ver, no se manifiesta en la mayoría de los componentes humanos que constituyen lo que entendemos por sociedad. Así cabe preguntarnos ¿qué hemos hecho que aquello que debía tender al bienestar y la felicidad haya tomado el camino contrario del dolor y la infelicidad de una gran parte de quienes le dan sentido ¿qué ocurrió, en ultimo termino, con aquello que nos protegería de las inclemencias de la naturaleza física y humana.
Nos imaginamos alguna vez consciente o inconscientemente que vivir en sociedad sería el paraíso sobre la tierra, que la ley y los derechos nos protegerían de los abusos de algunos, puesto que debemos pensar que inherentemente la ley nace, como principio, para proteger al más débil del más fuerte, sin embargo, la utopía no es así y pareciera ser que la misma sociedad mutó y perdió su naturalidad o decir, en términos psicoanalíticos, nos mostró su lado oscuro y enfermo y en vez de vivir protegidos por esta construcción física y mental, vivimos protegiéndonos de ella, angustiados, constantemente, en ella.
Hemos creído ser libres, hemos creído pensar, decir y construir nuestra realidad, sin mas, pareciera ser que la realidad se nos ha impuesto brutalmente sobre nuestras conciencias. Nadie nos escucha, nadie nos espera, se nos bombardea con propagandas, se nos susurra al oído prometiéndonos una y otra cosa para un futuro mejor No obstante, pareciera que el pacto que, involuntariamente, hacemos con la sociedad al nacer es mas que un pacto de felicidad, un pacto con el diablo, pacto que nos enloquece, nos tortura, nos estresa, desde un principio a un fin. En consecuencia cabe preguntarnos: quien es ese demonio que genera toda esta situación que nos lleva a vivir condenados como Sísifo por los dioses a vivir esclavizados por la sociedad. ¿Quién es el culpable de todo este estado brutal, y demencial? ¿Hay un punto donde encontrar el principio gestor de todo esto, ¿Quién es el responsable? Me gustaría pensar en algo, sin embargo, no lo sé.
Mientras más días pasan, las presiones son mayores, algo sin remedio. Tenemos que hacer y estar haciendo constantemente, pues así está determinado. No se debe preguntar por qué, para qué, es como el pasaje bíblico en el cual no puede mirar atrás. Esta es la vida, la vida que nos es dada por nuestra sociedad, somos nosotros y nuestras ocupaciones; somos nuestras ocupaciones. Estamos forzados a estar haciendo siempre algo, a lo cual con suerte algunas veces le encontramos un sentido. El pacto es con el diablo, por tanto debes entregar el alma si un día quieres salir. Mientras tanto debes escuchar historias, debes tratar de estafar a alguien, obtener dinero, y así conseguir Poder, Status, Placer, Sueños, Viajes, etc…Muchos tienen golpes de suerte, y no acarrean la piedra hasta la muerte y pueden vivir como se dice la vida a concho, convirtiéndose en los modelos a seguir, Así También, hay otros que son la gran mayoría, los cuales luchan por siempre por sobrevivir en un trabajo, para así conseguir los últimos días de su vida una muerte entre comillas digna. Aquí es donde comienza la locura y la sociedad se convierte en un manicomio donde todos corren y corren, de lunes a domingo, sin parar, puesto que no pueden perder el tiempo. En efecto esta tensión, esta guerra social de todos contra todos, la competencia diaria, la capacidad de mantener un puesto, una posición y un trabajo, el cupo de la tarjeta de crédito, el dinero para el colegio de los hijos, las vacaciones, la bencina para el auto, el virus del computador, la ubicación del plasma en el dormitorio, el sexo, las estupidas justificaciones por los atrasos en el trabajo, los puntos de vista y opiniones con respecto a cualquier cosa, etc…es la que nos lleva al colapso
La idea del colapso y la tensión, la podemos fundamentar a través de lo que entendemos por angustia y estrés Se plantea que esta anomalía, este estado de tensión, representa una reacción normal del organismo, como respuesta a una situación de agresión que reclama un esfuerzo de adaptación inhabitual y rápido; un mecanismo de defensa natural, al cual nadie es vulnerable. La tolerancia al estrés y la angustia constante generará todo aquello que debilita al organismo: enfermedades físicas y psíquicas, cansancio, adelgazamiento, insomnio, alcoholismo, etc…También influye mucho posibilitando la gestación del estrés la sensibilidad del organismo al momento de nacer, como, así también, la situación de vida, por ejemplo: si se debe enfrentar pobreza, aislamiento social, cesantía, soledad, etc...Cuando el organismo se enfrenta a una situación estresante se reacciona aumentando la producción de ciertas hormonas, como el cortisol y la adrenalina, las cuales dan lugar a modificaciones en el ritmo cardiaco, la presión sanguínea, el metabolismo y la actividad física.
Las personas, desde muy pequeñas, nos estamos enfrentando a situaciones tensionantes, la sociedad nos impone cumplir, sometiéndonos a una presión constante que no nos permite desarrollarnos activa y positivamente frente al mundo. Como decíamos, anteriormente, la tecnología, el trabajo, los estudios, la necesidad, la responsabilidad, el calentamiento global, la naturaleza, el amor, la familia y sus requerimientos, nos llevan a ese estado de angustia y tensión que nos pone hipersensibles ante el mundo, y nos debemos reprimir ya que se nos exige, permanentemente, fuerza y prestancia en todas las cosas que hacemos. Pero que ocurre con nosotros en esos momentos ¿existe un encuentro con nosotros mismos? Como decíamos, implícitamente, no nos esta permitido salirnos del juego “vivos” ni menos se nos atisba que esto con el tiempo vaya cambiar. Así la tensión se acumula, con el tiempo, en nuestro inconsciente, presionando a través de manifestaciones enfermizas lo que esta ocurriendo, como si, inconscientemente, pidiésemos auxilio. En efecto, nos queda pensar si acaso la sociedad nos impide de suyo la posibilidad de la felicidad y sólo nos ilusiona con que ésta está a la vuelta de la esquina.
¿Qué podemos hacer en esta sociedad que nos esta matando? Pertenecemos a ella, ella nos cobija, no obstante, para perpetuarse nos hace sentir culpables de nuestros actos, pensamientos y decisiones, pareciera ser que lo mejor es seguir el juego, perdernos en la masa, no dar la cara, disiparnos en medio de las innumerables cantidades de entretenciones y narcóticos que se nos dan, no ser mas yo y ser todos, ver televisión, ir al supermercado, chatear con alguno que otro entupido que no falta en la red, ir alguna fiesta conversar de fútbol o del tiempo como un tonto y olvidarme de lo que pensé que una vez era la vida.
Curso: III Medio
Profesor: Mauricio Serrano Gajardo
Colegio Estela Segura
Pareciera ser que por una predisposición natural o por una necesidad tendemos a vivir en comunidad. Cuando digo predisposición natural me refiero a que somos inherentemente gregarios y cuando digo por necesidad me refiero a que los individuos se agrupan para resolver en conjunto aquello que individualmente no pueden lograr. Sea por una causa o por otra la sociedad, tendría en un caso, como de suyo el logro del bienestar y la felicidad a condición del supuesto gregarismo humano. Por otro lado, si la sociedad se gesta de la necesidad de protección, debería explícitamente, como un imperativo de existencia, tender al bienestar y la felicidad. Sin embargo, ese propósito implícita o explícitamente, podemos ver, no se manifiesta en la mayoría de los componentes humanos que constituyen lo que entendemos por sociedad. Así cabe preguntarnos ¿qué hemos hecho que aquello que debía tender al bienestar y la felicidad haya tomado el camino contrario del dolor y la infelicidad de una gran parte de quienes le dan sentido ¿qué ocurrió, en ultimo termino, con aquello que nos protegería de las inclemencias de la naturaleza física y humana.
Nos imaginamos alguna vez consciente o inconscientemente que vivir en sociedad sería el paraíso sobre la tierra, que la ley y los derechos nos protegerían de los abusos de algunos, puesto que debemos pensar que inherentemente la ley nace, como principio, para proteger al más débil del más fuerte, sin embargo, la utopía no es así y pareciera ser que la misma sociedad mutó y perdió su naturalidad o decir, en términos psicoanalíticos, nos mostró su lado oscuro y enfermo y en vez de vivir protegidos por esta construcción física y mental, vivimos protegiéndonos de ella, angustiados, constantemente, en ella.
Hemos creído ser libres, hemos creído pensar, decir y construir nuestra realidad, sin mas, pareciera ser que la realidad se nos ha impuesto brutalmente sobre nuestras conciencias. Nadie nos escucha, nadie nos espera, se nos bombardea con propagandas, se nos susurra al oído prometiéndonos una y otra cosa para un futuro mejor No obstante, pareciera que el pacto que, involuntariamente, hacemos con la sociedad al nacer es mas que un pacto de felicidad, un pacto con el diablo, pacto que nos enloquece, nos tortura, nos estresa, desde un principio a un fin. En consecuencia cabe preguntarnos: quien es ese demonio que genera toda esta situación que nos lleva a vivir condenados como Sísifo por los dioses a vivir esclavizados por la sociedad. ¿Quién es el culpable de todo este estado brutal, y demencial? ¿Hay un punto donde encontrar el principio gestor de todo esto, ¿Quién es el responsable? Me gustaría pensar en algo, sin embargo, no lo sé.
Mientras más días pasan, las presiones son mayores, algo sin remedio. Tenemos que hacer y estar haciendo constantemente, pues así está determinado. No se debe preguntar por qué, para qué, es como el pasaje bíblico en el cual no puede mirar atrás. Esta es la vida, la vida que nos es dada por nuestra sociedad, somos nosotros y nuestras ocupaciones; somos nuestras ocupaciones. Estamos forzados a estar haciendo siempre algo, a lo cual con suerte algunas veces le encontramos un sentido. El pacto es con el diablo, por tanto debes entregar el alma si un día quieres salir. Mientras tanto debes escuchar historias, debes tratar de estafar a alguien, obtener dinero, y así conseguir Poder, Status, Placer, Sueños, Viajes, etc…Muchos tienen golpes de suerte, y no acarrean la piedra hasta la muerte y pueden vivir como se dice la vida a concho, convirtiéndose en los modelos a seguir, Así También, hay otros que son la gran mayoría, los cuales luchan por siempre por sobrevivir en un trabajo, para así conseguir los últimos días de su vida una muerte entre comillas digna. Aquí es donde comienza la locura y la sociedad se convierte en un manicomio donde todos corren y corren, de lunes a domingo, sin parar, puesto que no pueden perder el tiempo. En efecto esta tensión, esta guerra social de todos contra todos, la competencia diaria, la capacidad de mantener un puesto, una posición y un trabajo, el cupo de la tarjeta de crédito, el dinero para el colegio de los hijos, las vacaciones, la bencina para el auto, el virus del computador, la ubicación del plasma en el dormitorio, el sexo, las estupidas justificaciones por los atrasos en el trabajo, los puntos de vista y opiniones con respecto a cualquier cosa, etc…es la que nos lleva al colapso
La idea del colapso y la tensión, la podemos fundamentar a través de lo que entendemos por angustia y estrés Se plantea que esta anomalía, este estado de tensión, representa una reacción normal del organismo, como respuesta a una situación de agresión que reclama un esfuerzo de adaptación inhabitual y rápido; un mecanismo de defensa natural, al cual nadie es vulnerable. La tolerancia al estrés y la angustia constante generará todo aquello que debilita al organismo: enfermedades físicas y psíquicas, cansancio, adelgazamiento, insomnio, alcoholismo, etc…También influye mucho posibilitando la gestación del estrés la sensibilidad del organismo al momento de nacer, como, así también, la situación de vida, por ejemplo: si se debe enfrentar pobreza, aislamiento social, cesantía, soledad, etc...Cuando el organismo se enfrenta a una situación estresante se reacciona aumentando la producción de ciertas hormonas, como el cortisol y la adrenalina, las cuales dan lugar a modificaciones en el ritmo cardiaco, la presión sanguínea, el metabolismo y la actividad física.
Las personas, desde muy pequeñas, nos estamos enfrentando a situaciones tensionantes, la sociedad nos impone cumplir, sometiéndonos a una presión constante que no nos permite desarrollarnos activa y positivamente frente al mundo. Como decíamos, anteriormente, la tecnología, el trabajo, los estudios, la necesidad, la responsabilidad, el calentamiento global, la naturaleza, el amor, la familia y sus requerimientos, nos llevan a ese estado de angustia y tensión que nos pone hipersensibles ante el mundo, y nos debemos reprimir ya que se nos exige, permanentemente, fuerza y prestancia en todas las cosas que hacemos. Pero que ocurre con nosotros en esos momentos ¿existe un encuentro con nosotros mismos? Como decíamos, implícitamente, no nos esta permitido salirnos del juego “vivos” ni menos se nos atisba que esto con el tiempo vaya cambiar. Así la tensión se acumula, con el tiempo, en nuestro inconsciente, presionando a través de manifestaciones enfermizas lo que esta ocurriendo, como si, inconscientemente, pidiésemos auxilio. En efecto, nos queda pensar si acaso la sociedad nos impide de suyo la posibilidad de la felicidad y sólo nos ilusiona con que ésta está a la vuelta de la esquina.
¿Qué podemos hacer en esta sociedad que nos esta matando? Pertenecemos a ella, ella nos cobija, no obstante, para perpetuarse nos hace sentir culpables de nuestros actos, pensamientos y decisiones, pareciera ser que lo mejor es seguir el juego, perdernos en la masa, no dar la cara, disiparnos en medio de las innumerables cantidades de entretenciones y narcóticos que se nos dan, no ser mas yo y ser todos, ver televisión, ir al supermercado, chatear con alguno que otro entupido que no falta en la red, ir alguna fiesta conversar de fútbol o del tiempo como un tonto y olvidarme de lo que pensé que una vez era la vida.
Lo que Estados Unidos quiere que hagamos
Alumna: Alexandra Maldonado
Curso:IV Medio
Profesora: Denise Musiet Weitzel
Colegio Francisco Arriarán
Cómo la fábrica de sueños deshace las quimeras de extranjeros bajo el logo del tío Sam.
Alexandra Maldonado
El otro día decidí comenzar a ver una película. Me llamó la atención la cantidad de premios que Babel había ganado, así que puse play. “Interesante”, la tildaba la crítica. Puede ser. Sin embargo, lo que mayormente llamó mi atención fue otro tema, que estaba presente en la conocida historia del inmigrante.
Una mexicana sueña con mejorar su calidad de vida. Intenta imaginar un futuro agradable para su familia; salir de la pobreza y, por fin, lograr estabilidad económica. Sueña inocente, pero feliz. Finalmente, como muchos, termina en el país del norte, trabajando arduamente. Claro, no es lo que esperaba, pero no está mal. Aunque deba soportar discriminación. Algunas veces, malos tratos. Un salario básico – ¡A quién no le pasa!-. Miradas peyorativas –Algo muy común-. Trabajar para una familia de ricos y vivir en una pequeña casita en el barrio de exiliados –Bueno, yo me lo busqué-. A fin de cuentas, trabajar, trabajar, trabajar, para un mister que da algunas coins para el bread. Sometimes. Sin embargo, por todo el esfuerzo que realiza la mexicana, podría estar ganando mucho más. Pero es más morena, más baja, más gorda, más latina. Después de todo, menos estadounidense. Claro, existen excepciones, pero no me quiero detener en ellas. Son tan pocas que, incluso, logran inclinar la balanza a la tesis que avala la discriminación.
Quedémonos en la bonita frase del “sueño americano”. Stop. Sus pasaportes, please. Okay, todo en orden. Se levanta la barrera para el auto, pero no para el ocupante. Si la mexicana representa a la típica mujer de rasgos más aborígenes que europeos (situación bastante común), logrará encontrar un buen trabajo de niñera. Encantadores pequeños de sonrientes ojos azules la esperan. Pero, por más cariño que logre tenerles, no llegará a ser más que su baby sitter. Y cuando vaya camino a casa por las noches, comenzará a extrañar a la familia. Y al hijo que, ¡Dios mío!, se va a casar. ¿No debería estar con él? Sin embargo, va a estar todo este tiempo trabajando para enviar dinero. Lo que la mujer no sabe es que, a pesar de su incondicionalidad, su rubio jefe no le dará el día libre para asistir a la boda.
¿Qué se supone que se debe hacer? Claro, se gana más dinero trabajando en el extranjero, pero, ¿es preciso escoger entre la dignidad y la necesidad? Si aún no me doy a entender, voy a exponer un caso más cercano. Chile, un país que es catalogado como tercermundista y subdesarrollado, gana un gran premio en el concurso de explotación a, nombremos como ejemplo, peruanos, bolivianos, paraguayos, o cualquier persona que no tenga nuestro acento y parezca vulnerable. Sin embargo, si un chileno viaja al extranjero y oye el término “sudaca”, ¿qué sucede? ¡Gran contradicción!
Decimos que aceptamos con los brazos abiertos al extranjero; lo cantamos en fiestas patrias y cada vez que tenemos una guitarra en las manos. Mentira. Todos lo sabemos, pero todos lo evadimos. Bueno, en casi todos está siempre latente la mala costumbre de mirar sobre el hombro al otro, independientemente de sus capacidades y guiándose ciegamente por la apariencia. Esto ocurre, a modo de autocrítica, en un porcentaje increíblemente alto de la población chilena, y muchas veces inconscientemente en personas comunes y corrientes, pues se deshace la prédica del amor al prójimo cuando se pasa junto a un mendigo, que pide algunas monedas en Paseo Ahumada. Por el simple hecho de creerse superior, por el hecho de ver al otro, pero no de mirarlo. ¿Injusto que a un chileno no lo dejen entrar a España? Injusto que un chileno no deje entrar a su vida una segunda opinión con respecto a otro ser humano.
Volviendo a los Estados Unidos, podemos notar cierta tendencia social a la discriminación. Si en la época de la esclavización los afectados eran los negros, hoy en día los extranjeros sufren con el yugo del estereotipo en inglés. Cada trato desigual, cada mirada peyorativa hacia un inmigrante es una mancha que se une a las cincuenta estrellas. ¿Cómo puede ser que una nación que dice ser un ejemplo en economía y desarrollo, no sea capaz de ver a un trabajador de otra raza como a un ser humano? Porque esta gran potencia repite la historia: al igual que el tío Sam, recluta a quien quiera participar en la mano de obra de una guerra que continúa en este mundo globalizado.
Sin embargo, actualmente se reconoce un nuevo tipo de discriminación en este país. Sorprendentemente, los latinos residentes tachan de traidores a descendientes de mexicanos ya nacidos en Estados Unidos (llamados chicanos), por el simple hecho de no saber hablar español. Falta que se paga con el ostracismo, por considerarse gravísimo no investigar sus raíces. El punto aquí es que los afectados nacieron en el país del norte, por lo que nunca aprendieron el español, como un modo de resguardo ante las burlas o críticas de sus compatriotas… Hasta esto hemos llegado. Me resultó incluso irrisorio el enterarme de esta nueva tendencia. Si otra nación nos discrimina como latinos, ya es demasiado que entre afectados nos pongamos caras ofendidas y demos vuelta el rostro. Así como así. Y si esto ocurre entre mexicanos, también es una realidad entre países vecinos de Sudamérica. Tristemente, entre nosotros mismos.
Creo insistentemente que nuestro lugar corresponde a nuestro país. Debemos estar agradecidos de nuestro origen, y luchar por mejorar nuestra sociedad, esté como esté. Si en Chile hay delincuencia, en Colombia hay guerrillas y en Guatemala y El Salvador hay femicidios todos los días. Si en Chile hay discriminación, no hablemos de los Estados Unidos. Si no somos capaces de mirar hacia el lado y reconocer las ventajas comparativas que tenemos con modelos pseudo-perfectos del mundo, jamás vamos a progresar. Y notemos que el mayor defecto de estos países corresponde, precisamente, a una mentalidad erróneamente superior y, por lo tanto, superflua y vanidosa. Despertemos. Que no hagan lo que quieran con nosotros. Que se reconozca el gran aporte sociocultural de los inmigrantes de una vez por todas. Que se abran las puertas a los extranjeros, pues, si queremos no ser mirados en menos en Europa o Norteamérica, no miremos en menos al colombiano trabajador del centro de llamados, o a la peruana que vende collares hechos a mano. Puede haber un chileno vendiendo collares en, quién sabe, cualquier parte de mundo. Puede haber un mexicano ahora mismo intentando conseguir el permiso para la boda de su hijo, con un jefe intransigente o, incluso, xenófobo. Puede haber muchos chicanos sufriendo en las High Schools, por no saber elegir entre su pasado y su presente. Y puede que deporten a diario desde cualquier Estado a muchos latinos, por no cumplir con los requerimientos diplomáticos necesarios para cruzar la frontera. Lo que Estados Unidos quiere que hagamos: trabajar. Volverlo un país desarrollado, con máscara y con basura bajo la alfombra. A ti te lo digo: la grandeza no se mide de la cabeza al suelo, sino que de la cabeza al cielo. Seamos grandes. Seamos un ejemplo.
Curso:IV Medio
Profesora: Denise Musiet Weitzel
Colegio Francisco Arriarán
Cómo la fábrica de sueños deshace las quimeras de extranjeros bajo el logo del tío Sam.
Alexandra Maldonado
El otro día decidí comenzar a ver una película. Me llamó la atención la cantidad de premios que Babel había ganado, así que puse play. “Interesante”, la tildaba la crítica. Puede ser. Sin embargo, lo que mayormente llamó mi atención fue otro tema, que estaba presente en la conocida historia del inmigrante.
Una mexicana sueña con mejorar su calidad de vida. Intenta imaginar un futuro agradable para su familia; salir de la pobreza y, por fin, lograr estabilidad económica. Sueña inocente, pero feliz. Finalmente, como muchos, termina en el país del norte, trabajando arduamente. Claro, no es lo que esperaba, pero no está mal. Aunque deba soportar discriminación. Algunas veces, malos tratos. Un salario básico – ¡A quién no le pasa!-. Miradas peyorativas –Algo muy común-. Trabajar para una familia de ricos y vivir en una pequeña casita en el barrio de exiliados –Bueno, yo me lo busqué-. A fin de cuentas, trabajar, trabajar, trabajar, para un mister que da algunas coins para el bread. Sometimes. Sin embargo, por todo el esfuerzo que realiza la mexicana, podría estar ganando mucho más. Pero es más morena, más baja, más gorda, más latina. Después de todo, menos estadounidense. Claro, existen excepciones, pero no me quiero detener en ellas. Son tan pocas que, incluso, logran inclinar la balanza a la tesis que avala la discriminación.
Quedémonos en la bonita frase del “sueño americano”. Stop. Sus pasaportes, please. Okay, todo en orden. Se levanta la barrera para el auto, pero no para el ocupante. Si la mexicana representa a la típica mujer de rasgos más aborígenes que europeos (situación bastante común), logrará encontrar un buen trabajo de niñera. Encantadores pequeños de sonrientes ojos azules la esperan. Pero, por más cariño que logre tenerles, no llegará a ser más que su baby sitter. Y cuando vaya camino a casa por las noches, comenzará a extrañar a la familia. Y al hijo que, ¡Dios mío!, se va a casar. ¿No debería estar con él? Sin embargo, va a estar todo este tiempo trabajando para enviar dinero. Lo que la mujer no sabe es que, a pesar de su incondicionalidad, su rubio jefe no le dará el día libre para asistir a la boda.
¿Qué se supone que se debe hacer? Claro, se gana más dinero trabajando en el extranjero, pero, ¿es preciso escoger entre la dignidad y la necesidad? Si aún no me doy a entender, voy a exponer un caso más cercano. Chile, un país que es catalogado como tercermundista y subdesarrollado, gana un gran premio en el concurso de explotación a, nombremos como ejemplo, peruanos, bolivianos, paraguayos, o cualquier persona que no tenga nuestro acento y parezca vulnerable. Sin embargo, si un chileno viaja al extranjero y oye el término “sudaca”, ¿qué sucede? ¡Gran contradicción!
Decimos que aceptamos con los brazos abiertos al extranjero; lo cantamos en fiestas patrias y cada vez que tenemos una guitarra en las manos. Mentira. Todos lo sabemos, pero todos lo evadimos. Bueno, en casi todos está siempre latente la mala costumbre de mirar sobre el hombro al otro, independientemente de sus capacidades y guiándose ciegamente por la apariencia. Esto ocurre, a modo de autocrítica, en un porcentaje increíblemente alto de la población chilena, y muchas veces inconscientemente en personas comunes y corrientes, pues se deshace la prédica del amor al prójimo cuando se pasa junto a un mendigo, que pide algunas monedas en Paseo Ahumada. Por el simple hecho de creerse superior, por el hecho de ver al otro, pero no de mirarlo. ¿Injusto que a un chileno no lo dejen entrar a España? Injusto que un chileno no deje entrar a su vida una segunda opinión con respecto a otro ser humano.
Volviendo a los Estados Unidos, podemos notar cierta tendencia social a la discriminación. Si en la época de la esclavización los afectados eran los negros, hoy en día los extranjeros sufren con el yugo del estereotipo en inglés. Cada trato desigual, cada mirada peyorativa hacia un inmigrante es una mancha que se une a las cincuenta estrellas. ¿Cómo puede ser que una nación que dice ser un ejemplo en economía y desarrollo, no sea capaz de ver a un trabajador de otra raza como a un ser humano? Porque esta gran potencia repite la historia: al igual que el tío Sam, recluta a quien quiera participar en la mano de obra de una guerra que continúa en este mundo globalizado.
Sin embargo, actualmente se reconoce un nuevo tipo de discriminación en este país. Sorprendentemente, los latinos residentes tachan de traidores a descendientes de mexicanos ya nacidos en Estados Unidos (llamados chicanos), por el simple hecho de no saber hablar español. Falta que se paga con el ostracismo, por considerarse gravísimo no investigar sus raíces. El punto aquí es que los afectados nacieron en el país del norte, por lo que nunca aprendieron el español, como un modo de resguardo ante las burlas o críticas de sus compatriotas… Hasta esto hemos llegado. Me resultó incluso irrisorio el enterarme de esta nueva tendencia. Si otra nación nos discrimina como latinos, ya es demasiado que entre afectados nos pongamos caras ofendidas y demos vuelta el rostro. Así como así. Y si esto ocurre entre mexicanos, también es una realidad entre países vecinos de Sudamérica. Tristemente, entre nosotros mismos.
Creo insistentemente que nuestro lugar corresponde a nuestro país. Debemos estar agradecidos de nuestro origen, y luchar por mejorar nuestra sociedad, esté como esté. Si en Chile hay delincuencia, en Colombia hay guerrillas y en Guatemala y El Salvador hay femicidios todos los días. Si en Chile hay discriminación, no hablemos de los Estados Unidos. Si no somos capaces de mirar hacia el lado y reconocer las ventajas comparativas que tenemos con modelos pseudo-perfectos del mundo, jamás vamos a progresar. Y notemos que el mayor defecto de estos países corresponde, precisamente, a una mentalidad erróneamente superior y, por lo tanto, superflua y vanidosa. Despertemos. Que no hagan lo que quieran con nosotros. Que se reconozca el gran aporte sociocultural de los inmigrantes de una vez por todas. Que se abran las puertas a los extranjeros, pues, si queremos no ser mirados en menos en Europa o Norteamérica, no miremos en menos al colombiano trabajador del centro de llamados, o a la peruana que vende collares hechos a mano. Puede haber un chileno vendiendo collares en, quién sabe, cualquier parte de mundo. Puede haber un mexicano ahora mismo intentando conseguir el permiso para la boda de su hijo, con un jefe intransigente o, incluso, xenófobo. Puede haber muchos chicanos sufriendo en las High Schools, por no saber elegir entre su pasado y su presente. Y puede que deporten a diario desde cualquier Estado a muchos latinos, por no cumplir con los requerimientos diplomáticos necesarios para cruzar la frontera. Lo que Estados Unidos quiere que hagamos: trabajar. Volverlo un país desarrollado, con máscara y con basura bajo la alfombra. A ti te lo digo: la grandeza no se mide de la cabeza al suelo, sino que de la cabeza al cielo. Seamos grandes. Seamos un ejemplo.
¿Autonomía o Heteronomía de la norma moral?
Alumna: Hegle Catalán
Curso: IV Medio
Profesora: Alejandra Pinto
Colegio San Luis de Curacaví
Desde que nacemos nuestras acciones se ven limitadas por una serie de normas que pueden ser de carácter jurídico, natural, científico, formal, moral, etc. En la mayoría de los casos éstas leyes inciden de tal manera en nuestras vidas que son capaces de determinar nuestro desarrollo social cotidiano llevándolo a un plano de espontaneidad en el comportamiento, y a la vez haciéndolo coincidir con aquello que externamente es estipulado por la ley jurídica.
Las normas morales son necesarias, ya que orientan nuestra conducta, indicándonos qué debemos hacer y qué debemos evitar, la discusión existe en el momento en que nos detenemos en el que determina esta norma y cuán objetiva es su indicación.
Las normas morales pueden ser de carácter autónomo o heterónomo según la vía mediante la cual la norma es considerada. La definición de heteronomía del griego "heterónomos", (dependiente de otro). Tiene un uso preferentemente en el ámbito de la ética, para designar la procedencia empírica o externa de las normas o reglas morales por la que se regula la acción del sujeto, por lo que la conducta del individuo no queda regulada por su propia conciencia, sino por algo ajeno a ella, renunciando así a una acción moral que se autodetermina a sí misma. Éste concepto fue introducido en la filosofía por Kant en oposición a la Autonomía.
Según un famoso psicólogo suizo, Piaget, la norma moral en el hombre, está siempre ligada a su etapa de desarrollo, asociando la heteronomía a la niñez, ya que durante ésta etapa solemos necesitar recibir normas, sin cuestionamiento alguno, para poder actuar, no obstante nos encontramos con personas que son mayores y a la vez no tiene el total dominio de sus acciones, entrando éstas también en el rango de la norma moral heterónoma, rebatiendo lo dicho por Piaget. Algo así como que “las circunstancias pueden llegar a castigar al culpable”. A su vez, en cambio existe la autonomía, (del griego auto, "uno mismo", y nomos, "norma") es, en términos generales, la capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro, asociándose a una facultad que los hombres alcanzan con reflexión y madurez. Además el movimiento, llamado la Ilustración, trajo consigo gran parte de los ideales de libertad que envuelven la autonomía. Es por esto que este concepto ha alcanzado gran relevancia a nivel mundial, representada en hombres claves, sabios y de mucha contingencia en la historia del desarrollo del pensamiento universal.
En referencia, utilizaremos los postulados de Kant (según la filosofía), Piaget y Kohlberg (según psicología evolutiva), que representan distinguidos psicólogos que dedicaron sus estudios a la controversia anteriormente efectuada. ¿Qué norma moral debemos adoptar y por qué? son algunas de las respuestas que encontraras a continuación.
Para Kant la libertad se encontraba en la autonomía, y en el primer párrafo de su obra ¿Qué es la ilustración? Lo expone de manera sucinta: “la ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad”, subrayando el hecho de que en hombre ha incapacitado su entendimiento a consecuencia de su estancamiento en la falta de decisión y ánimo, para volverse independiente y no servir de otro, convirtiéndose éstas palabras en la premisa para diversas emancipaciones de la época. Trascendiendo de manera efectiva.
La autonomía se alcanza gracias a la voluntad de querer poseerla y habla de un ser humano pensante que no necesita que le entreguen guías ni normas. Que es capaz de darse normas a sí mismo sin ayuda de alguna autoridad. Kant hablaba de “el deber por el deber”, ligando la autonomía a una ética profunda que no buscaba el libre albedrío ni mucho menos el anarquismo. Incluso reflexionaba determinando que una persona autónoma es aquella que posee conocimiento, haciéndose por esto automáticamente responsable para con sus acciones.
Según Piaget, en su psicología evolutiva relacionan la heteronomía y autonomía a etapas de crecimiento humano. Por ejemplo, hacen la relación de que el hombre pasa de ser heterónomo a autónomo dependiendo de su edad y grado de madurez alcanzado, entendiéndose que cuando se es niño la norma moral que predomina es la heteronomía, ya que los niños son incapaces de cuestionar el ordenamiento de un adulto, visualizando las reglas como objetivas e invariables. A su vez, cuando el niño crece y llega a la pubertad, se formula como una pieza en la sociedad, concluyendo el razonamiento heterónomo, y surgiendo así la autonomía moral que visualiza las reglas como el producto de un acuerdo y por lo tanto se vuelven modificables e interpretables, dando paso a las objeciones.
Kohlberg, sigue con los estudios de Piaget, enfatizando en el razonamiento de las personas y creando una tabla evolutiva (dividida en niveles), que se establece mediante pensamientos y acciones de las personas desde la niñez. Ésta tabla se estudia de forma progresiva, de modo que a mayor nivel, mayor razonamiento moral autonomo se localiza en la persona analizada.
Estadio preconvencional: las normas se cumplen o no en función de las consecuencias.
Nivel 1: Orientación egocéntrica. La norma se cumple para evitar un castigo (ejemplo: no le pego a mi compañero de pupitre porque si no me castigan).
Nivel 2: Orientación individualista. La norma se cumple para obtener un premio (ejemplo: hago mis tareas escolares porque así mis padres me compran una moto).
Estadio convencional: las normas se cumplen en función del orden establecido.
Nivel 3: Orientación gregaria. La norma se cumple para satisfacer a los demás (debo ser buen chico para que mis padres se sientan orgullosos de mí).
Nivel 4: Orientación comunitarista. La norma se cumple para mantener el orden social (debo cumplir con mi función dentro de la sociedad).
Estadio postconvencional: las normas se cumplen en función de la aceptación individual y de los valores que comportan.
Nivel 5: Orientación relativista. La norma se cumple en función de un consenso, y no se pueden desobedecer (debo respetar las normas en beneficio común y en función de un consenso voluntario).
Nivel 6: Orientación universalista. La norma se cumple cuando respetan valores universales, y si no, se desobedecen (cualquier acción se basa en el respeto de la dignidad de los demás, o de lo contrario es legítima la desobediencia).
En sus estudios, Kohlberg, afirma que los niños viven en el primer estadio, mientras que apenas un 20% de los adultos llegan al nivel 5, y solamente un 5% alcanza el nivel 6, por lo tanto alcanzar la autonomía moral no es algo fácil de llevar a cabo, ya que muchas veces nos encontramos en diversas situaciones expresadas en el cuadro.
Si en el mundo se ejecutara la norma moral de autonomía en las personas, posiblemente seriamos más evolucionados, ya que ha quedado en claro que la reflexión y el pensamiento han conseguido todo lo logrado hasta la época.
Los jóvenes que hoy se ven inmersos en una sociedad invadida por los medios de comunicación que los persuade con el suceso de la moda y los estilos, dejándonos en claro que esta sociedad ha decrecido en su razonamiento y ha incrementado involución.
¿Desde que punto un joven de hoy es capaz de decidir y dominar en su vida?
Está de más decir que estas generaciones mantienen insatisfecho el desarrollo de la psicología, ya que ellos mismos al entrar en la pubertad salen en busca de una heteronomía que los proteja y que no los deje sobresalir, buscan sentirse “identificados”, y finalmente la masa determina su vestimenta, sus acciones y personalidad.
¿Es posible encontrarnos con personas que se rijan por la norma moral de autonomía?
Las posibilidades existen, ya que aun hay gente que se cuestiona el hecho de que tu entorno no siempre buscara los mismos beneficios que tú. Y la mayor parte de las veces éstas personas se hacen mas concientes e inteligentes que los demás, e incluso son patrones claves en el liderazgo de grupos y movimientos.
¿Qué sucede con un joven dentro de un grupo?
Bajo la norma moral de heteronomía este se ve obligado a no cuestionar las exigencias, no porque exista una autoridad que ordene, sino que por el miedo a ser posteriormente rechazados por su entorno. Los jóvenes buscan la aceptación así, haciendo lo mismo que los demás, sin caer en la más mínima reflexión de que si esto es bueno o malo. Como lo que sucede con la iniciación de un drogadicto, ceremonia que es muy común entre los jóvenes. Todo comienza con un grupo de amigos que lo incita al consumo, y luego este joven se vuelve drogadicto y está nuevamente sólo, como al principio.
En teoría, el hecho de que los jóvenes busquen refugio en sus “amigos” y las “costumbres” de sus amigos se ha acentuado más durante los últimos años debido a la falta de orientación de los padres por parte de sus hogares. No esta de más recomendar la practica de la norma moral de autonomía, ya que reflexionar sobre un suceso o una acción siempre puede llevarnos a mejores soluciones, talvez más complejas, pero sí, más completas y específicas para nuestras necesidades.
Curso: IV Medio
Profesora: Alejandra Pinto
Colegio San Luis de Curacaví
Desde que nacemos nuestras acciones se ven limitadas por una serie de normas que pueden ser de carácter jurídico, natural, científico, formal, moral, etc. En la mayoría de los casos éstas leyes inciden de tal manera en nuestras vidas que son capaces de determinar nuestro desarrollo social cotidiano llevándolo a un plano de espontaneidad en el comportamiento, y a la vez haciéndolo coincidir con aquello que externamente es estipulado por la ley jurídica.
Las normas morales son necesarias, ya que orientan nuestra conducta, indicándonos qué debemos hacer y qué debemos evitar, la discusión existe en el momento en que nos detenemos en el que determina esta norma y cuán objetiva es su indicación.
Las normas morales pueden ser de carácter autónomo o heterónomo según la vía mediante la cual la norma es considerada. La definición de heteronomía del griego "heterónomos", (dependiente de otro). Tiene un uso preferentemente en el ámbito de la ética, para designar la procedencia empírica o externa de las normas o reglas morales por la que se regula la acción del sujeto, por lo que la conducta del individuo no queda regulada por su propia conciencia, sino por algo ajeno a ella, renunciando así a una acción moral que se autodetermina a sí misma. Éste concepto fue introducido en la filosofía por Kant en oposición a la Autonomía.
Según un famoso psicólogo suizo, Piaget, la norma moral en el hombre, está siempre ligada a su etapa de desarrollo, asociando la heteronomía a la niñez, ya que durante ésta etapa solemos necesitar recibir normas, sin cuestionamiento alguno, para poder actuar, no obstante nos encontramos con personas que son mayores y a la vez no tiene el total dominio de sus acciones, entrando éstas también en el rango de la norma moral heterónoma, rebatiendo lo dicho por Piaget. Algo así como que “las circunstancias pueden llegar a castigar al culpable”. A su vez, en cambio existe la autonomía, (del griego auto, "uno mismo", y nomos, "norma") es, en términos generales, la capacidad de tomar decisiones sin ayuda de otro, asociándose a una facultad que los hombres alcanzan con reflexión y madurez. Además el movimiento, llamado la Ilustración, trajo consigo gran parte de los ideales de libertad que envuelven la autonomía. Es por esto que este concepto ha alcanzado gran relevancia a nivel mundial, representada en hombres claves, sabios y de mucha contingencia en la historia del desarrollo del pensamiento universal.
En referencia, utilizaremos los postulados de Kant (según la filosofía), Piaget y Kohlberg (según psicología evolutiva), que representan distinguidos psicólogos que dedicaron sus estudios a la controversia anteriormente efectuada. ¿Qué norma moral debemos adoptar y por qué? son algunas de las respuestas que encontraras a continuación.
Para Kant la libertad se encontraba en la autonomía, y en el primer párrafo de su obra ¿Qué es la ilustración? Lo expone de manera sucinta: “la ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad”, subrayando el hecho de que en hombre ha incapacitado su entendimiento a consecuencia de su estancamiento en la falta de decisión y ánimo, para volverse independiente y no servir de otro, convirtiéndose éstas palabras en la premisa para diversas emancipaciones de la época. Trascendiendo de manera efectiva.
La autonomía se alcanza gracias a la voluntad de querer poseerla y habla de un ser humano pensante que no necesita que le entreguen guías ni normas. Que es capaz de darse normas a sí mismo sin ayuda de alguna autoridad. Kant hablaba de “el deber por el deber”, ligando la autonomía a una ética profunda que no buscaba el libre albedrío ni mucho menos el anarquismo. Incluso reflexionaba determinando que una persona autónoma es aquella que posee conocimiento, haciéndose por esto automáticamente responsable para con sus acciones.
Según Piaget, en su psicología evolutiva relacionan la heteronomía y autonomía a etapas de crecimiento humano. Por ejemplo, hacen la relación de que el hombre pasa de ser heterónomo a autónomo dependiendo de su edad y grado de madurez alcanzado, entendiéndose que cuando se es niño la norma moral que predomina es la heteronomía, ya que los niños son incapaces de cuestionar el ordenamiento de un adulto, visualizando las reglas como objetivas e invariables. A su vez, cuando el niño crece y llega a la pubertad, se formula como una pieza en la sociedad, concluyendo el razonamiento heterónomo, y surgiendo así la autonomía moral que visualiza las reglas como el producto de un acuerdo y por lo tanto se vuelven modificables e interpretables, dando paso a las objeciones.
Kohlberg, sigue con los estudios de Piaget, enfatizando en el razonamiento de las personas y creando una tabla evolutiva (dividida en niveles), que se establece mediante pensamientos y acciones de las personas desde la niñez. Ésta tabla se estudia de forma progresiva, de modo que a mayor nivel, mayor razonamiento moral autonomo se localiza en la persona analizada.
Estadio preconvencional: las normas se cumplen o no en función de las consecuencias.
Nivel 1: Orientación egocéntrica. La norma se cumple para evitar un castigo (ejemplo: no le pego a mi compañero de pupitre porque si no me castigan).
Nivel 2: Orientación individualista. La norma se cumple para obtener un premio (ejemplo: hago mis tareas escolares porque así mis padres me compran una moto).
Estadio convencional: las normas se cumplen en función del orden establecido.
Nivel 3: Orientación gregaria. La norma se cumple para satisfacer a los demás (debo ser buen chico para que mis padres se sientan orgullosos de mí).
Nivel 4: Orientación comunitarista. La norma se cumple para mantener el orden social (debo cumplir con mi función dentro de la sociedad).
Estadio postconvencional: las normas se cumplen en función de la aceptación individual y de los valores que comportan.
Nivel 5: Orientación relativista. La norma se cumple en función de un consenso, y no se pueden desobedecer (debo respetar las normas en beneficio común y en función de un consenso voluntario).
Nivel 6: Orientación universalista. La norma se cumple cuando respetan valores universales, y si no, se desobedecen (cualquier acción se basa en el respeto de la dignidad de los demás, o de lo contrario es legítima la desobediencia).
En sus estudios, Kohlberg, afirma que los niños viven en el primer estadio, mientras que apenas un 20% de los adultos llegan al nivel 5, y solamente un 5% alcanza el nivel 6, por lo tanto alcanzar la autonomía moral no es algo fácil de llevar a cabo, ya que muchas veces nos encontramos en diversas situaciones expresadas en el cuadro.
Si en el mundo se ejecutara la norma moral de autonomía en las personas, posiblemente seriamos más evolucionados, ya que ha quedado en claro que la reflexión y el pensamiento han conseguido todo lo logrado hasta la época.
Los jóvenes que hoy se ven inmersos en una sociedad invadida por los medios de comunicación que los persuade con el suceso de la moda y los estilos, dejándonos en claro que esta sociedad ha decrecido en su razonamiento y ha incrementado involución.
¿Desde que punto un joven de hoy es capaz de decidir y dominar en su vida?
Está de más decir que estas generaciones mantienen insatisfecho el desarrollo de la psicología, ya que ellos mismos al entrar en la pubertad salen en busca de una heteronomía que los proteja y que no los deje sobresalir, buscan sentirse “identificados”, y finalmente la masa determina su vestimenta, sus acciones y personalidad.
¿Es posible encontrarnos con personas que se rijan por la norma moral de autonomía?
Las posibilidades existen, ya que aun hay gente que se cuestiona el hecho de que tu entorno no siempre buscara los mismos beneficios que tú. Y la mayor parte de las veces éstas personas se hacen mas concientes e inteligentes que los demás, e incluso son patrones claves en el liderazgo de grupos y movimientos.
¿Qué sucede con un joven dentro de un grupo?
Bajo la norma moral de heteronomía este se ve obligado a no cuestionar las exigencias, no porque exista una autoridad que ordene, sino que por el miedo a ser posteriormente rechazados por su entorno. Los jóvenes buscan la aceptación así, haciendo lo mismo que los demás, sin caer en la más mínima reflexión de que si esto es bueno o malo. Como lo que sucede con la iniciación de un drogadicto, ceremonia que es muy común entre los jóvenes. Todo comienza con un grupo de amigos que lo incita al consumo, y luego este joven se vuelve drogadicto y está nuevamente sólo, como al principio.
En teoría, el hecho de que los jóvenes busquen refugio en sus “amigos” y las “costumbres” de sus amigos se ha acentuado más durante los últimos años debido a la falta de orientación de los padres por parte de sus hogares. No esta de más recomendar la practica de la norma moral de autonomía, ya que reflexionar sobre un suceso o una acción siempre puede llevarnos a mejores soluciones, talvez más complejas, pero sí, más completas y específicas para nuestras necesidades.
Todos son locos, pero el que analiza su locura, es llamado Filósofo
Nombre: Alison Torres Pulido
Curso: 3° A
Profesora: Jacqueline Peña
Liceo Tajamar de Providencia
Hace unos días, cuando me dirigía a casa después de una agotadora jornada escolar llena de fantasía y realismo, en algún vagón del metro de Santiago divisé una figura que de cierta forma me era familiar. Diligente y curiosa tarea para mi cerebro. Luego de unos segundos de arduo trabajo mental pude recopilar de mi almacén psíquico un poco de información referente a ese personaje y como gotas de agua que comienzan a caer cuando abres una llave, comenzaron a gotear inexorables recuerdos de aquella persona, era Laura, aquella detestable compañera de hace tres años, el típico ejemplar o estereotipo de alumno rechazado por su curso, nunca encajó con nadie, era terrible, estaba literalmente loca…
Bueno Einstein también fue tildado como loco, pero no podría poner a Laura, una simple y poco destacada estudiante, al nivel de locura de este destacado hombre, uno de los genios innovadores en materia científica más grandes de la historia. Pues bien, digamos que Einstein era un loco coherente y Laura incoherente. Garrafal error mío, la locura no tiene coherencia. Su acepción se basa actualmente como la privación del juicio o del uso de la razón. Y digo actualmente porque en la antigüedad se creía que la locura era consecuencia de situaciones sobrenaturales o maleficios con el diablo como antagonista. Luego, en la edad media se trató ya como una enfermedad desde un punto de vista fisiológico en donde, sin embargo, el encierro y la violencia era el mejor remedio de sanación. Ya en el renacimiento surgió como una nueva encarnación del mal, en donde se dio paso a la denominada “stultifera navis” (nave de los locos) que determinaba la existencia errante de los locos. Se usó para embarcar a estos seres que ponían en riesgo la seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, su utilidad no era sólo de barrendero humano sino de vía factible e idónea de purificación, sumado al hecho de que cada uno era entregado a la suerte de su propio destino, pues “cada viaje era, potencialmente el último”.
Bueno aún cuando la locura se define como la pérdida de cordura, los conocimientos e ideas de Einstein son los más racionales del mundo ¿cómo podría estar loco? Loca estaba la sociedad que lo profanaba de esa forma. Sí, la sociedad tiene la culpa, esa sociedad cambiante que establece arbitrariamente los parámetros de normalidad y locura. ¡Que denigrante calificación! Pero claro, como nos dice Friedrich Nietzsche “la demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla” lo que en su momento fue algo exótico con sabores a ilícito y hereje, hoy son la raíz de miles de descubrimientos que han ayudado a la subsistencia del hombre a lo largo de la historia y que son, también, parte de su cultura. Esto se ve claramente reflejado en lo que es el fenómeno del relativismo. Ejemplifiquémoslo: Una muchacha musulmana que desea ponerse unos jeans última moda que vio en la televisión y se lo manifiesta a su madre, podría ser ferozmente castigada por querer cometer aquel acto impúdico. O bien, una santiaguina que se va a misiones a Chiloé y como es verano usa una polera muy a la bohemia o muy descotada para ir a una misa, peca de blasfema en una cultura y religión que es la misma en toda su patria, pero que difieren en sus costumbres. Entonces se dará cuenta que la anticuada vestimenta de su vecina para ir a misa en verano, y de la cual se admiraba y mofaba, es una regla o norma en una parte de su país, ahora los papeles se invierten y la loca de la película no sería su vecina sino ella.
Supongo que siempre ha existido y existirá ese sentimiento de asombro de los más jóvenes hacia sus generaciones anteriores. ¿A cuántos no les ha pasado que viendo álbumes con fotos de nuestros padres de cuando eran jóvenes quedan horrorizados?. Decimos; ¡Por el amor de Dios, madre como te vestías así! ¡Yo no lo haría ni loca!. Pues bien en ese tiempo nuestros padres estaban en pleno uso de sus facultades mentales y lo hicieron, ¡era una regla para estar en boga!
“La codicia es saludable –dijo un financiero a un grupo estadounidense que iban a graduarse de la universidad-. Uno puede ser codicioso y, con todo, estar satisfecho de sí mismo”. Ya logro imaginarme en unos años más lo admirados que estarán de nosotros las futuras generaciones. ¿Irán a encontrar normal que nuestra vida gire y dependa de unos papeles de colores llamados dinero?. Bueno en el siglo XXI y en otros anteriores, el amor al dinero no es algo tan raro en una persona, al contrario es una regla de supervivencia. Lo normal es que los padres tengan un vasto horario de trabajo para poder obtener un sueldo que sustente de forma digna su hogar, cambiando momentos de convivencia familiar por dinero. El núcleo de nuestra sociedad es la familia y es increíble como la corrompen con trabajos productivos que por sacar adelante la economía del país arrasan con cientos de hogares, ya que debilitan la comunicación entre padres e hijos ¡Es que prácticamente a los niños los cría la nana televisor o la nana computadora!. ¿Esto es lo normal? ¿Es normal que el dinero nos coarte nuestra libertad? ¿Que si no lo poseemos no podemos obtener lo que queremos y más aun lo que necesitamos como seres humanos? ¿Que si un niño con hambre pide una manzana no se la den porque no tiene dinero para pagarla? ¿Y cuanto nos cobra la naturaleza por darnos cientos de miles de ese fruto? ¿Es normal venderlo si la naturaleza nos lo regala? ¿Es normal que hayan personas que se prostituyan por obtener un poco de él? ¿Es normal que roben y que si tengo que joder a mi hermano por obtener dinero lo haga? ¿Es normal que se maten unos a otros por no devolverse cuantiosas sumas de dinero?. Como producto de que en unos años mas tendré que insertarme como un factor productivo en el sistema que tanto critico, supongo que lo normal es que comience a encariñarme con el color verde para poder comer, vestirme; para poder vivir.
Actualmente la concepción de loco se caracteriza por síntomas de diversos estados, en cada caso el afectado muestra una conducta distinta, que sobresale de la normal o común de todo el mundo, por lo que quedan desplazados de su entorno social, pierden el control demostrando sus sentimientos con un exceso de espontaneidad, su conducta es desplazada de todo método racional por lo que también se pierde la cuenta de los actos absurdos e inútiles o completamente instintivos propios de la persona. Se ve perturbada la percepción y la realidad por lo que la diferencia entre real e irreal desaparece. Notables características de personas con trastornos psicológicos, una persona cuya locura es producto de anormalidades en su fisiología, pero también se repite en una persona “normal” que está enamorada, en una persona “normal” con un cuestionamiento gradual de su existencia, en un pintor “normal” cuando su representación o visión artística de la belleza tiene una forma simbólica compuesta sólo por manchas y líneas. ¡Hasta en nosotros mismos! En estado “natural” queriendo ser aceptados. Cuando vivimos rodeados de gente con un estilo de vida determinado y comportamiento determinado, hacemos hasta lo imposible por adaptarnos, ser aceptados, ser como todos, “ser normal” y ya cuando conseguimos lo que queremos llega el momento en que nos cansamos de ser como todos y lo único que queremos es destacarnos por sobre la masa, ser diferentes, destacarnos por “no” ser igual a los demás. Es lo que nos pasa hoy en día con las tribus urbanas, en una sociedad en donde abunda la diversidad y el individualismo, los jóvenes sienten el deseo y la necesidad de volver a estar en una común unión, lo simplemente llamamos “comunidad”, en donde todos reman en la misma dirección, puesto que sus intereses y objetivos son generalmente los mismos. Bueno y es aquí donde volvemos al círculo vicioso que envuelve al “ser normal”, puesto que luego de estar en una tribu, ser diferentes del resto de las personas, se cansan de eso y de las consecuencias que trae el querer marcar la diferencia, como el hecho de que los discriminen, los aíslen, los consideren un peligro, en resumen, todos los síntomas que caracterizan a un “loco” y que anteriormente mencioné, y ya no desean ser parte de sus tribus, sólo desean ser como todos, ser “normales”
Este círculo vicioso es simplemente el producto de que siempre estamos a la defensiva, si somos morenas nos gustaría ser rubias, si somos rubias nos gustaría ser morenas, siempre queremos ser más o menos, si somos pobres nos gustaría ser ricos y si somos ricos nos gustaría ser pobres y felices, siempre buscamos lo contrario de lo que somos o tenemos. Esto es lo que ha llevado a muchos a ser súper héroes o súper villanos. Entonces buscar ser diferentes y mantenerse en eso, sería lo normal. Difícil misión para el hombre, muy complejo y me arriesgaría a decir muy irrealizable. Porque bueno, mientras que queremos estar en la cima, toda nuestra felicidad se pasa mientras la escalamos.
¡Y para que decir el loco de los locos!, aquel que creó el universo y todo lo que él contiene. Siempre nos hemos considerado o nos han educado con la concepción de que básicamente no somos nada en el espacio, debido a que lo encontramos enormemente grande, y prácticamente no conocemos nada de él. Ese Dios o esencia o como quieran llamarle, sí que presenta una locura múltiple, inexplicable por el ser humano, pero aun así comprendido por unos pocos, ya que como nos recuerda el principito “lo esencial es invisible a los ojos”. Esos pocos podrían ser algunos de tantos que siguieron aquel revolucionario del mundo el llamado “Nuevo Adán” “Mesías” “Nazareno”, “Jesucristo” o que actualmente lo siguen, o también muchas personas que si bien no conocen mucho o su conocimiento holístico del mensaje de Jesús de Nazaret es ciertamente erróneo pero que si canalizan, sin darse cuenta, sus virtudes, dones, esencias, sabiduría del mundo, etc. hacia el mismo punto que lo hizo Jesús, Dios.
Siempre he escuchado que lo que caracteriza a un verdadero cristiano es ser “loco y alegre”, entonces si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, ya podríamos imaginarnos de forma más tangible las severas anomalías que presenta Dios dentro de su locura. Él está en mí y yo en él, él es un loco, ¿Yo también?... Evoquemos hacia los padres de la iglesia, murieron mártires, pero felices, mientras los leones los devoraban ellos cantaban alegremente. Eran entonces, verdaderos cristianos. “Santa locura”
En el desarrollo cronológico y sistemático del tiempo, se han presentado la locura en personas, personajes en la literatura, películas, obras de teatro, etc. Y es entonces donde concluimos que “La verdadera locura quizás no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca” según nos dice Heinrich Heine . Ahora bien, recuerdo que hace algunos meses, de acuerdo a los contenidos que nos corresponden en 3° medio, nos dieron a leer el famoso de los famosos libros: “Don Quijote de la Macha”. Según estuve leyendo, este libro ha tenido muchas y muy diversas interpretaciones desde todo ámbito, pero hay una interpretación de la cual me arraigo y es el hecho de que Sancho Panza y Don Quijote constituyen una sola persona; Sancho el apego a los valores y don Quijote la entrega a un ideal. Patologías en todo ser humano pero con intensidades diferentes. Subliminal experiencia a través de la lectura de conocernos a nosotros mismos, esto puede explicar la fama de ese extravagante ejemplar ya que cada creación del ser humano lleva impresa la personalidad de su escultor.
El tiempo y la sociedad evolucionan tan rápido que ya decir que alguien es “cuerdo” o “normal” resulta difícil puesto que contemporáneamente todos nos llamamos locos unos a otros dándole diversas connotaciones. Por ejemplo:
“Eres un loco si piensas que así vas a conseguirlo” (por actuar de forma insensata e imprudente)
“Estoy loca por irme de vacaciones” (porque siente un gran deseo e interés)
“El reloj se ha vuelto loco” (porque no funciona adecuadamente)
“Las cosas que se hacen a lo loco suelen salir mal” (por actuar sin reflexionar)
“Claro que nos vio en el cine, pero se hizo el loco” (por fingir no ver o no darse cuenta de algo)
“¿Pero no te das cuenta que está loco por ti?” (por estar enamorado)
Pasada algunas estaciones de metro pensé en volver a hablarle a Laura, saludarla, conversar, reivindicarla de su mal vivir de hace tres años, y porqué no arrepentirme de llamarla loca, pero como dicen por ahí “prefiero una locura que me entusiasme a una verdad que me abata”
¿Por qué será nos gusta tanto tratar de locos a los demás siendo que si en abriéramos bien nuestros ojos y miráramos, veríamos nuestro reflejo en todo aquellos que rechazamos?
Curso: 3° A
Profesora: Jacqueline Peña
Liceo Tajamar de Providencia
Hace unos días, cuando me dirigía a casa después de una agotadora jornada escolar llena de fantasía y realismo, en algún vagón del metro de Santiago divisé una figura que de cierta forma me era familiar. Diligente y curiosa tarea para mi cerebro. Luego de unos segundos de arduo trabajo mental pude recopilar de mi almacén psíquico un poco de información referente a ese personaje y como gotas de agua que comienzan a caer cuando abres una llave, comenzaron a gotear inexorables recuerdos de aquella persona, era Laura, aquella detestable compañera de hace tres años, el típico ejemplar o estereotipo de alumno rechazado por su curso, nunca encajó con nadie, era terrible, estaba literalmente loca…
Bueno Einstein también fue tildado como loco, pero no podría poner a Laura, una simple y poco destacada estudiante, al nivel de locura de este destacado hombre, uno de los genios innovadores en materia científica más grandes de la historia. Pues bien, digamos que Einstein era un loco coherente y Laura incoherente. Garrafal error mío, la locura no tiene coherencia. Su acepción se basa actualmente como la privación del juicio o del uso de la razón. Y digo actualmente porque en la antigüedad se creía que la locura era consecuencia de situaciones sobrenaturales o maleficios con el diablo como antagonista. Luego, en la edad media se trató ya como una enfermedad desde un punto de vista fisiológico en donde, sin embargo, el encierro y la violencia era el mejor remedio de sanación. Ya en el renacimiento surgió como una nueva encarnación del mal, en donde se dio paso a la denominada “stultifera navis” (nave de los locos) que determinaba la existencia errante de los locos. Se usó para embarcar a estos seres que ponían en riesgo la seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, su utilidad no era sólo de barrendero humano sino de vía factible e idónea de purificación, sumado al hecho de que cada uno era entregado a la suerte de su propio destino, pues “cada viaje era, potencialmente el último”.
Bueno aún cuando la locura se define como la pérdida de cordura, los conocimientos e ideas de Einstein son los más racionales del mundo ¿cómo podría estar loco? Loca estaba la sociedad que lo profanaba de esa forma. Sí, la sociedad tiene la culpa, esa sociedad cambiante que establece arbitrariamente los parámetros de normalidad y locura. ¡Que denigrante calificación! Pero claro, como nos dice Friedrich Nietzsche “la demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla” lo que en su momento fue algo exótico con sabores a ilícito y hereje, hoy son la raíz de miles de descubrimientos que han ayudado a la subsistencia del hombre a lo largo de la historia y que son, también, parte de su cultura. Esto se ve claramente reflejado en lo que es el fenómeno del relativismo. Ejemplifiquémoslo: Una muchacha musulmana que desea ponerse unos jeans última moda que vio en la televisión y se lo manifiesta a su madre, podría ser ferozmente castigada por querer cometer aquel acto impúdico. O bien, una santiaguina que se va a misiones a Chiloé y como es verano usa una polera muy a la bohemia o muy descotada para ir a una misa, peca de blasfema en una cultura y religión que es la misma en toda su patria, pero que difieren en sus costumbres. Entonces se dará cuenta que la anticuada vestimenta de su vecina para ir a misa en verano, y de la cual se admiraba y mofaba, es una regla o norma en una parte de su país, ahora los papeles se invierten y la loca de la película no sería su vecina sino ella.
Supongo que siempre ha existido y existirá ese sentimiento de asombro de los más jóvenes hacia sus generaciones anteriores. ¿A cuántos no les ha pasado que viendo álbumes con fotos de nuestros padres de cuando eran jóvenes quedan horrorizados?. Decimos; ¡Por el amor de Dios, madre como te vestías así! ¡Yo no lo haría ni loca!. Pues bien en ese tiempo nuestros padres estaban en pleno uso de sus facultades mentales y lo hicieron, ¡era una regla para estar en boga!
“La codicia es saludable –dijo un financiero a un grupo estadounidense que iban a graduarse de la universidad-. Uno puede ser codicioso y, con todo, estar satisfecho de sí mismo”. Ya logro imaginarme en unos años más lo admirados que estarán de nosotros las futuras generaciones. ¿Irán a encontrar normal que nuestra vida gire y dependa de unos papeles de colores llamados dinero?. Bueno en el siglo XXI y en otros anteriores, el amor al dinero no es algo tan raro en una persona, al contrario es una regla de supervivencia. Lo normal es que los padres tengan un vasto horario de trabajo para poder obtener un sueldo que sustente de forma digna su hogar, cambiando momentos de convivencia familiar por dinero. El núcleo de nuestra sociedad es la familia y es increíble como la corrompen con trabajos productivos que por sacar adelante la economía del país arrasan con cientos de hogares, ya que debilitan la comunicación entre padres e hijos ¡Es que prácticamente a los niños los cría la nana televisor o la nana computadora!. ¿Esto es lo normal? ¿Es normal que el dinero nos coarte nuestra libertad? ¿Que si no lo poseemos no podemos obtener lo que queremos y más aun lo que necesitamos como seres humanos? ¿Que si un niño con hambre pide una manzana no se la den porque no tiene dinero para pagarla? ¿Y cuanto nos cobra la naturaleza por darnos cientos de miles de ese fruto? ¿Es normal venderlo si la naturaleza nos lo regala? ¿Es normal que hayan personas que se prostituyan por obtener un poco de él? ¿Es normal que roben y que si tengo que joder a mi hermano por obtener dinero lo haga? ¿Es normal que se maten unos a otros por no devolverse cuantiosas sumas de dinero?. Como producto de que en unos años mas tendré que insertarme como un factor productivo en el sistema que tanto critico, supongo que lo normal es que comience a encariñarme con el color verde para poder comer, vestirme; para poder vivir.
Actualmente la concepción de loco se caracteriza por síntomas de diversos estados, en cada caso el afectado muestra una conducta distinta, que sobresale de la normal o común de todo el mundo, por lo que quedan desplazados de su entorno social, pierden el control demostrando sus sentimientos con un exceso de espontaneidad, su conducta es desplazada de todo método racional por lo que también se pierde la cuenta de los actos absurdos e inútiles o completamente instintivos propios de la persona. Se ve perturbada la percepción y la realidad por lo que la diferencia entre real e irreal desaparece. Notables características de personas con trastornos psicológicos, una persona cuya locura es producto de anormalidades en su fisiología, pero también se repite en una persona “normal” que está enamorada, en una persona “normal” con un cuestionamiento gradual de su existencia, en un pintor “normal” cuando su representación o visión artística de la belleza tiene una forma simbólica compuesta sólo por manchas y líneas. ¡Hasta en nosotros mismos! En estado “natural” queriendo ser aceptados. Cuando vivimos rodeados de gente con un estilo de vida determinado y comportamiento determinado, hacemos hasta lo imposible por adaptarnos, ser aceptados, ser como todos, “ser normal” y ya cuando conseguimos lo que queremos llega el momento en que nos cansamos de ser como todos y lo único que queremos es destacarnos por sobre la masa, ser diferentes, destacarnos por “no” ser igual a los demás. Es lo que nos pasa hoy en día con las tribus urbanas, en una sociedad en donde abunda la diversidad y el individualismo, los jóvenes sienten el deseo y la necesidad de volver a estar en una común unión, lo simplemente llamamos “comunidad”, en donde todos reman en la misma dirección, puesto que sus intereses y objetivos son generalmente los mismos. Bueno y es aquí donde volvemos al círculo vicioso que envuelve al “ser normal”, puesto que luego de estar en una tribu, ser diferentes del resto de las personas, se cansan de eso y de las consecuencias que trae el querer marcar la diferencia, como el hecho de que los discriminen, los aíslen, los consideren un peligro, en resumen, todos los síntomas que caracterizan a un “loco” y que anteriormente mencioné, y ya no desean ser parte de sus tribus, sólo desean ser como todos, ser “normales”
Este círculo vicioso es simplemente el producto de que siempre estamos a la defensiva, si somos morenas nos gustaría ser rubias, si somos rubias nos gustaría ser morenas, siempre queremos ser más o menos, si somos pobres nos gustaría ser ricos y si somos ricos nos gustaría ser pobres y felices, siempre buscamos lo contrario de lo que somos o tenemos. Esto es lo que ha llevado a muchos a ser súper héroes o súper villanos. Entonces buscar ser diferentes y mantenerse en eso, sería lo normal. Difícil misión para el hombre, muy complejo y me arriesgaría a decir muy irrealizable. Porque bueno, mientras que queremos estar en la cima, toda nuestra felicidad se pasa mientras la escalamos.
¡Y para que decir el loco de los locos!, aquel que creó el universo y todo lo que él contiene. Siempre nos hemos considerado o nos han educado con la concepción de que básicamente no somos nada en el espacio, debido a que lo encontramos enormemente grande, y prácticamente no conocemos nada de él. Ese Dios o esencia o como quieran llamarle, sí que presenta una locura múltiple, inexplicable por el ser humano, pero aun así comprendido por unos pocos, ya que como nos recuerda el principito “lo esencial es invisible a los ojos”. Esos pocos podrían ser algunos de tantos que siguieron aquel revolucionario del mundo el llamado “Nuevo Adán” “Mesías” “Nazareno”, “Jesucristo” o que actualmente lo siguen, o también muchas personas que si bien no conocen mucho o su conocimiento holístico del mensaje de Jesús de Nazaret es ciertamente erróneo pero que si canalizan, sin darse cuenta, sus virtudes, dones, esencias, sabiduría del mundo, etc. hacia el mismo punto que lo hizo Jesús, Dios.
Siempre he escuchado que lo que caracteriza a un verdadero cristiano es ser “loco y alegre”, entonces si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, ya podríamos imaginarnos de forma más tangible las severas anomalías que presenta Dios dentro de su locura. Él está en mí y yo en él, él es un loco, ¿Yo también?... Evoquemos hacia los padres de la iglesia, murieron mártires, pero felices, mientras los leones los devoraban ellos cantaban alegremente. Eran entonces, verdaderos cristianos. “Santa locura”
En el desarrollo cronológico y sistemático del tiempo, se han presentado la locura en personas, personajes en la literatura, películas, obras de teatro, etc. Y es entonces donde concluimos que “La verdadera locura quizás no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca” según nos dice Heinrich Heine . Ahora bien, recuerdo que hace algunos meses, de acuerdo a los contenidos que nos corresponden en 3° medio, nos dieron a leer el famoso de los famosos libros: “Don Quijote de la Macha”. Según estuve leyendo, este libro ha tenido muchas y muy diversas interpretaciones desde todo ámbito, pero hay una interpretación de la cual me arraigo y es el hecho de que Sancho Panza y Don Quijote constituyen una sola persona; Sancho el apego a los valores y don Quijote la entrega a un ideal. Patologías en todo ser humano pero con intensidades diferentes. Subliminal experiencia a través de la lectura de conocernos a nosotros mismos, esto puede explicar la fama de ese extravagante ejemplar ya que cada creación del ser humano lleva impresa la personalidad de su escultor.
El tiempo y la sociedad evolucionan tan rápido que ya decir que alguien es “cuerdo” o “normal” resulta difícil puesto que contemporáneamente todos nos llamamos locos unos a otros dándole diversas connotaciones. Por ejemplo:
“Eres un loco si piensas que así vas a conseguirlo” (por actuar de forma insensata e imprudente)
“Estoy loca por irme de vacaciones” (porque siente un gran deseo e interés)
“El reloj se ha vuelto loco” (porque no funciona adecuadamente)
“Las cosas que se hacen a lo loco suelen salir mal” (por actuar sin reflexionar)
“Claro que nos vio en el cine, pero se hizo el loco” (por fingir no ver o no darse cuenta de algo)
“¿Pero no te das cuenta que está loco por ti?” (por estar enamorado)
Pasada algunas estaciones de metro pensé en volver a hablarle a Laura, saludarla, conversar, reivindicarla de su mal vivir de hace tres años, y porqué no arrepentirme de llamarla loca, pero como dicen por ahí “prefiero una locura que me entusiasme a una verdad que me abata”
¿Por qué será nos gusta tanto tratar de locos a los demás siendo que si en abriéramos bien nuestros ojos y miráramos, veríamos nuestro reflejo en todo aquellos que rechazamos?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)